La historia está ubicada en los días cuando los jueces gobernaban la tierra, cuando la familia de Elimelec, impulsada por el hambre, emigró a la tierra de Moab. Allí una tragedia más grande que el hambre los alcanzó. Noemí primero quedó viuda; más tarde se vio privada de sus dos hijos y quedó sola con dos nueras, Orfa y Rut. Finalmente, habiendo oído que no había más hambre en Judá, decidió regresar, y comenzó su viaje acompañada de Orfa y Rut. Con amargura de espíritu y decaimiento del corazón, caminaron todas en silencio, hasta que Noemí no pudo contenerse por más tiempo. Tenía que manifestar sus pensamientos. Aunque su pérdida era tres veces más grande que la de ellas, tenía que expresar la procupación que había en su corazón generoso, preocupación por el futuro de ellas y no el de ella:
"Andad, volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo. Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su marido" (Rut 1:8, 9)