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Diminuto rollo de plata del siglo VII AEC encontrado en Jerusalén.
Diminuto
rollo de plata del siglo VII AEC encontrado en Jerusalén, que contiene
la bendición sacerdotal (Autoridad de Antigüedades de Israel) La
historia judía empezó hace unos 4.000 años ( siglo XVII AEC) con los
patriarcas: Abraham, su hijo Isaac y su nieto Jacob.
La historia judía empezó hace 4.000 años
Los Patriarcas
La historia judía empezó hace unos 4.000 años ( siglo XVII AEC) con los
patriarcas: Abraham, su hijo Isaac y su nieto Jacob. Documentos
descubiertos en Mesopotamia, que se remontan a los años 2000-1500 AEC,
corroboran aspectos de su estilo de vida nómade, descrito en la Biblia.
El Libro del Génesis relata cómo Abraham fue llamado desde Ur de los
caldeos a Canaán para formar un nuevo pueblo con la creencia en Un Dios.
Cuando el hambre azotó Canaán, Jacob (Israel), sus doce hijos y sus
familias se establecieron en Egipto, donde sus descendientes fueron
sometidos a la esclavitud y obligados a realizar trabajos forzados.
Los israelitas retornan de Egipto a la Tierra de Israel
Moses by Michelangelo, San Pietro in Vincoli, Rome
Moisés, de Miguel Angel - San Pietro in Vincoli, Roma
Éxodo y asentamiento
Después de 400 años de esclavitud, los israelitas fueron conducidos a
la libertad por Moisés, quien, de acuerdo a la narración bíblica, fue
elegido por Dios para sacar a su pueblo de Egipto y retornarlo a la
Tierra de Israel prometida a sus antepasados (siglos XIII-XII AEC).
Durante 40 años deambularon por el desierto de Sinaí, donde se forjaron
como nación y recibieron la Torá (Pentateuco), que incluía los Diez
Mandamientos, y dio forma y contenido a su fe monoteísta.
El
éxodo de Egipto (c. 1300 AEC) dejó una marca imborrable en la memoria
nacional del pueblo judío y pasó a ser el símbolo de la libertad y la
redención. Año tras año los judíos celebran Pésaj (Pascua), Shavuot
(Pentecostés) y Sucot (la Fiesta de los Tabernáculos), para conmemorar
los eventos ocurridos en ese tiempo.
Durante los siguientes dos
siglos, los israelitas conquistaron gran parte de la Tierra de Israel y
se transformaron en campesinos y artesanos, lográndose un cierto nivel
de consolidación social y económica. Períodos de relativa paz fueron
interrumpidos por tiempos de guerra en los que el pueblo se agrupó tras
líderes conocidos como "jueces", elegidos por sus capacidades políticas y
militares, así como por su habilidad de liderazgo.
La
debilidad inherente de su organización tribal frente a la amenaza
planteada por los filisteos (un pueblo marítimo de Asia Menor que se
estableció en la costa mediterránea del país) generó la necesidad de un
gobernante que pudiera unir a las tribus y cuya autoridad se convirtiera
en una institución permanente, transmitida por herencia.
El Rey David hizo de Jerusalén la capital del reino
Thumbsized ivory pomegranate bearing a paleo-Hebrew inscription
Pequeña granada de marfil con una inscripción paleo-hebrea,
probablemente del Primer Templo de Jerusalem, siglo VIII AEC (Museo de
Israel, Jerusalén)
La Monarquía
El primer rey, Saúl
(c. 1020 AEC), abarcó el período entre la pérdida de la organización
tribal y el establecimiento de una monarquía plena por parte de su
sucesor, David.
El rey David (1004-965 AEC) convirtió su reino
en una importante potencia de la región, por medio de exitosas
expediciones militares, infligiendo la derrota final a los filisteos,
así como a través de una red de amistosas alianzas con los reinos
vecinos. Como resultado de esto, su autoridad fue reconocida desde las
fronteras de Egipto y el Mar Rojo hasta las riberas del Éufrates. En lo
interior, unió a las doce tribus de Israel en un solo reino, colocando a
Jerusalén y la monarquía en el centro de la vida nacional del país. La
tradición bíblica describe a David como poeta y músico, y se le
atribuyen versos que aparecen en el Libro de los Salmos.
David
fue sucedido por su hijo Salomón (965-930 AEC), quien reforzó aún más el
reino. Por medio de tratados con los reyes vecinos y matrimonios con
fines políticos, Salomón aseguró la tranquilidad dentro de las fronteras
del reino y lo igualó a las grandes potencias de la época. Expandió el
comercio exterior y promovió la prosperidad económica del país,
desarrollando importantes empresas como las minas de cobre y la
fundición de metales, a la vez que establecía nuevas ciudades y
fortificaba otras, de importancia estratégica y económica.
El
broche de oro de las actividades de Salomón fue la construcción del
Templo de Jerusalén, que pasó a ser el centro de la vida nacional y
religiosa del país. La Biblia atribuye a Salomón el Libro de los
Proverbios y el Cantar de los Cantares.
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