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Madre de niños soterrados: “Mis hijos están en el cielo”

Santa Cruz de Yojoa, Honduras “Estos seis angelitos están en el cielo con Dios, gozando lo que aquí en la tierra no pudieron, y nuestras oraciones son para sus familiares, para que reciban el bálsamo del consuelo del Creador y sigan adelante por las niñas que milagrosamente sobrevivieron”.
 
Ni las palabras de fortaleza del pastor Modesto Argueta o las oraciones que en medio del camposanto elevaron decenas de pobladores que acompañaron a las hermanas María Gloria y Leticia Consuelo Pérez, lograron mermar el dolor, la impotencia e incertidumbre que las embarga por la pérdida de sus hijos y las pocas cosas que con años de esfuerzo habían logrado adquirir.

En medio de un ambiente de conmoción, tristeza y pesar, habitantes de la aldea Montecillos, donde residían los menores, y de otras cercanas al sector El Balín, dieron ayer un último adiós a los seis primitos que perecieron soterrados por un alud, la noche del miércoles pasado.
Familiares, amigos y personas que conocían del esfuerzo que las madres hacían para mantener a sus hijos, no terminaban de entender como unas pocas horas de lluvia bastaron para arrebatarle la vida a los seis pequeños, cuatro niñas y dos varoncitos.
ULTIMO DESEO
“Mis niñas se fueron con el deseo de ponerse el estreno que todos los años les compraba para el Día del Niño. Me repetían seguido que querían sus mudadas nuevas y hacían planes de cómo las iban a lucir en la celebración que les hacían en la escuela”, expresaba en medio de su impotencia María Gloria, madre de Cristina Consuelo y Kenia Jazmín Zavala Pérez, de 9 y 10 años respectivamente. 

A ella le sobrevive una hija de cinco años, Jenny Daniela Zavala Pérez, quien ayer observaba los rostros llorosos de sus familiares sin comprender la magnitud de la tragedia que se llevó para siempre a sus dos hermanas y cuatro primos.

Petrona Martínez, abuela de Kenia Jazmín y Cristina Consuelo, contó que su hijo Orlando Santos Zavala, padre de las hermanitas y quien reside desde hace cinco años ilegalmente en Estados Unidos, “siente morirse por la tragedia”.

“Está incontrolable, inconsolable y lo está cuidando una hermana porque recientemente lo operaron allá en Estados Unidos de un tumor que se le formó en una cicatriz de quemadura que sufrió aquí en Honduras mientras le instalaba la luz a una vecina”.

“Cuando Orlando Santos se fue del país, su última hija quedó de dos meses de nacida y aunque la ayuda no era constante, siempre mandaba dinero para ellas y los cinco primitos, a quienes reconoció siempre como hijos. Hace poco les mandó dinero para que compraran un ropero porque les envió una caja con ropa nueva y no tenían donde guardarla…no pudieron disfrutar de sus regalos”, lamentó la abuela al tiempo que recordó a las niñas como soñadoras, cariñosas y humildes.
CUATRO HIJOS
Leticia Consuelo, sin embargo, despidió a sus cuatro hijos en medio de un llanto silencioso. “Cuando ocurrió el desastre yo hice lo que pude para mover las paredes que tenían encima y rescatarlos vivos, pero Dios me ha dado valor para enfrentar este dolor, mis niños están en el cielo con El y lo que Dios hace es perfecto aunque a veces nos cueste entender”, comentaba la joven mujer tras agregar que el padre de sus tres hijos mayores (dos de los cuales murieron), se perdió en las drogas y los familiares de este pocas veces se acordaron de los menores.

Para Leticia Consuelo la pérdida es aún mayor pues las paredes de la casa mataron a cuatro de los cinco hijos que procreó con tres parejas distintas: Junior David de 9 años, Katherine Judith de 7, Orlando Jesús de 4 y la pequeñita Génesis Leticia de apenas un año. Le sobrevive su hija mayor, Gabriela Leticia Zavala Pérez, de 11 años, quien no asistió al entierro de sus hermanos y primas porque las lesiones que sufrió durante el percance se lo impidieron.
EN DOS FOSAS
Los primitos fueron sepultados en dos fosas en el cementerio de la aldea Montecillos. Katherine Judit, Génesis Leticia y Orlando Jesús en una y Cristina Consuelo, Kenia Jazmín y Junior David en la otra. Cada féretro contenía la poquita ropa que las madres lograron rescatar de entre los escombros.
María Ramona Pineda, abuela materna de los menores, pidió en medio de su incontrolable llanto que colocaran sobre el ataúd de Kenia Jazmín una toalla con dibujos del Hombre Araña que la niña cuidaba. 
Los pequeños fueron despedidos con cánticos cristianos mientras sus madres buscaban acomodarse en la casa de doña María Ramona, mientras el Gobierno cumple su promesa de construirles un hogar digno.Fuente tiempo.hn

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