Por: Albert Mohler
Hace más de cien años, el gran teólogo holandés Hermann Bavinck predijo que el siglo X
X
sería «testigo de un gigantesco conflicto de espíritus». Su predicción
se quedó corta y este gran conflicto sigue en el presente siglo XXI.
El tema de Halloween se impone año tras año sobre la consciencia
cristiana. Sumamente conscientes de los antiguos y nuevos peligros,
muchos padres cristianos eligen retirar a sus hijos totalmente de ese
día de fiesta. Otros eligen seguir un estratégico plan de batalla para
comprometerse con la fiesta. Otros han llegado más lejos procurando
convertir Halloween en una oportunidad de evangelización. ¿Tiene
realmente Halloween tanta importancia?
Pues bien; Halloween es
un gran negocio de mercado. Solo la Navidad sobrepasa a esta fiesta en
lo que respecta a la actividad económica. Según David J. Skal: «Es
difícil determinar cifras concretas, pero el impacto económico anual de
Halloween ronda ahora una cifra entre los cuatro y los seis billones de
dólares, dependiendo del número y tipo de industrias que uno incluya en
los cálculos».
Además, el historiador Nicholas Rogers
reivindica que «Halloween es, en la actualidad, la segunda noche de
fiesta en los Estados Unidos. En términos de potencial de venta al
detalle, solo la supera la Navidad. Este consumismo refuerza su
relevancia por considerarlo un tiempo de libertinaje público, una
oportunidad especialmente diseñada para pasárselo bien. Al margen de sus
complicaciones espirituales, Halloween es un gran negocio».
Rogers y Skal han producido, cada uno de ellos, libros que tratan acerca
del origen y la relevancia de Halloween. Nicholas Rogers es el autor de
Halloween: From Pagan Ritual to Party Night [Halloween: de un rito
pagano a una noche de fiesta]. Profesor de historia en la Universidad de
York, en Canadá, Rogers ha escrito una celebración de Halloween como
fiesta transgresora que permite que lo estrambótico y elementos del lado
oscuro entren en la corriente dominante. Skal, especialista de la
cultura de Hollywood, ha escrito Death Makes a Holiday: A Cultural
History of Halloween [La muerte hace una fiesta: una historia cultural
de Halloween]. El planteamiento de Skal es menos apasionado y se centra
en el entretenimiento, estudiando el impacto de Halloween en el aumento
de las películas de terror y en la fascinación que siente la nación por
la violencia.
Las raíces paganas de Halloween están muy bien
documentadas. La fiesta tiene sus raíces en el festival céltico de
Samhain, que se celebraba a finales del verano. Tal y como Rogers
explica: «Junto con la fiesta de Beltane, en homenaje a los poderes del
sol, que regeneran la vida, Samhain invocaba el invierno y las oscuras
noches que se avecinaban». Los académicos cuestionan que Samhain se
celebrara como festival de los muertos, pero las raíces paganas de esta
festividad es indiscutible. Cuestiones como los sacrificios humanos y
animales, y varias prácticas sexuales y de ocultismo siguen siendo temas
de debate. Sin embargo, la realidad de la celebración como festival de
ocultismo centrado en el cambio de estaciones implicaba indudablemente
prácticas que señalaban al invierno como estación de la muerte.
Como Rogers comenta: «En realidad, los orígenes paganos de Halloween no
fluyen de esta evidencia sacrificial, sino de un conjunto diferente de
prácticas simbólicas. Estas giran alrededor de la noción de Samhain como
festival de los muertos y como un tiempo de intensidad sobrenatural que
anuncia el principio del invierno».
¿Cómo deberían responder
los cristianos a estos antecedentes paganos? Harold L. Myra de
Cristianity Today argumenta que estas raíces paganas eran muy conocidas
entre los cristianos del pasado. «Hace más de mil años los cristianos se
enfrentaban a ritos paganos para apaciguar al señor de la muerte y a
los malos espíritus. Los desagradables comienzos de Halloween
precedieron el nacimiento de Cristo, cuando los druidas de lo que ahora
se conoce como Gran Bretaña y Francia guardaban el final del verano con
sacrificios a los dioses. Era el principio de la era céltica y ellos
creían que Samhain, el señor de la muerte, enviaba espíritus malignos
para que atacaran a los seres humanos que solo escaparían si se
disfrazaban y tomaban la apariencia de espíritus malignos».
De
este modo, la costumbre de llevar disfraces, especialmente aquellos que
imitan a los malos espíritus, está arraigada en la cultura pagana celta.
Tal y como Myra resume: «La mayoría de nuestras prácticas en Halloween
se remontan a los antiguos ritos paganos y a las supersticiones».
Sin embargo, las complicaciones de Halloween van más allá de sus raíces
paganas. Halloween no solo se ha convertido en una fiesta comercial,
sino en una ocasión de fascinación cultural con respecto al mal y a lo
demoníaco. Aun cuando la sociedad ha forzado los límites en temas como
la sexualidad, la confrontación de la cultura con el «lado oscuro»
también ha sobrepasado las fronteras que se honraban en el pasado.
Según aclara David J. Skal, el concepto moderno de Halloween es
inseparable del retrato de la fiesta que presenta Hollywood. Tal y como
Skal comenta: «La máquina de Halloween pone al mundo patas arriba. La
propia identidad puede descartarse con impunidad. Los hombres se visten
de mujer y viceversa. Uno se puede burlar de la autoridad y pasarla por
alto y, lo más importante de todo es que las tumbas se abren y los
muertos regresan».
Este es el tipo de material que mantiene a
Hollywood en el negocio. «Pocas fiestas tienen un potencial equiparable
al de Halloween», comenta Skal. «Visualmente, no hay nada que se pueda
comparar a este tema aunque solo sea en lo que al diseño de los trajes y
la dirección artística se refiere. De forma espectacular, las raíces
antiguas de Halloween evocan la oscuridad y los temas melodramáticos,
que alcanzan la madurez para ser transformados en el lenguaje
cinematográfico de sombra y luz».
Pero el programa de
televisión «It’s the Great Pumpkin, Charlie Brown» [Es la gran calabaza,
Charlie Brown] (que comenzó en 1966) ha dado lugar a las series
«Halloween» de Hollywood y al aumento de películas violentas de
asesinatos. Bela Lugosi y Boris Karloff han sido sustituidos por Michael
Myers y Freddy Kruger.
Esta fascinación por el ocultismo llega
a medida que los Estados Unidos van resbalando hacia el secularismo
poscristiano. Mientras las cortes quitan todas las referencias teístas
de la plaza pública, el vacío se está llenando de una fascinación
penetrante por el mal, el paganismo y nuevas formas de ocultismo.
Además de todo esto, Halloween se ha convertido en un peligro total y
absoluto en muchos vecindarios. El pánico por las cuchillas de afeitar
escondidas en manzanas y por los caramelos envenenados se ha expandido
por toda la nación en ciclos recurrentes. Para la mayoría de los padres,
el mayor temor es el encuentro con los símbolos del ocultismo y la
fascinación de la sociedad por la oscuridad moral.
Por este
motivo, muchas familias retiran a sus hijos totalmente de esta fiesta.
Sus hijos no van por ahí diciendo lo de «truco o trueque»; no van
disfrazados y no asisten a fiestas relacionadas con este evento. Algunas
iglesias han organizado festivales alternativos, sacando provecho a la
oportunidad de la fiesta pero apartando el evento de sus raíces paganas y
de la fascinación por los espíritus malignos. Para otros, la fiesta no
supone ningún reto en especial.
Estos cristianos argumentan que
las raíces paganas de Halloween no son más relevantes que los orígenes
paganos de la Navidad y otros festivales de iglesia. Sin lugar a duda,
la Iglesia ha ido cristianizando progresivamente el calendario, tomando
las fiestas laicas y paganas como oportunidades para el testimonio
cristiano y las celebraciones. Anderson M. Rearick III argumenta que los
cristianos no deberían entregarse a esa fiesta. Según relata: «Soy
absolutamente renuente a abandonar lo que fue una de las cosas más
destacadas de mi calendario de infancia al Gran Impostor y Jefe de los
Mentirosos, solo por la sencilla razón de que algunos de sus siervos la
reivindiquen como suya».
No obstante, la cuestión es un poco
más complicada que todo eso. Aunque afirmen que la fantasía y la
imaginación forman parte del don de Dios de la imaginación, los
cristianos deberían preocuparse mucho por el enfoque de esa imaginación y
esa creatividad. Esgrimir un argumento en contra de Halloween no es
igual a argumentar en contra de la Navidad. La antigua fiesta de la
Iglesia de «la víspera del día de todos los santos» no es en modo alguno
lo que se entiende entre los cristianos como la celebración de la
encarnación de Navidad.
Los padres cristianos deberían tomar
decisiones cuidadosas basadas en una conciencia cristiana y bíblicamente
informada. Algunas prácticas de Halloween están claramente fuera de
todos los límites y otras pueden ser transformadas estratégicamente;
pero esto lleva un gran trabajo y es posible que el éxito sea desigual.
La llegada de Halloween es un buen momento para que los cristianos
recuerden que los malos espíritus son reales y que el Diablo aprovechará
cualquier oportunidad para anunciar su celebridad a son de trompeta.
Quizás la mejor respuesta al Diablo en Halloween sea la que ofreció
Martín Lutero, el gran Reformador: «La mejor forma de echar al diablo,
si no se rinde a los textos de las Escrituras, es burlarse de él y
despreciarlo porque no puede soportar el desdén».
El 31 de
octubre de 1517, Marín Lutero comenzó la Reforma con la declaración de
que hay que recordar a la Iglesia la autoridad de la Palabra de Dios y
la pureza de la doctrina bíblica. Con esto en mente, la mejor respuesta
cristiana a Halloween puede ser el desdén hacia el Diablo y luego orar
por la Reforma de la Iglesia de Cristo sobre la tierra. ¡Pongamos el
lado oscuro a la defensiva!