A la carrera, con prisas y sin pausas, de esta manera quieren dilapidar todo principio judeo-cristiano en Europa, y… ¡Resto del mundo! ¡Atiende!: “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”. Que nadie piense que esto sólo pasa o va a pasar en España, en Holanda o en Bélgica, esto se extenderá como la lepra por todo el mundo: “por haberse multiplicado la maldad…” (Mt. 24: 12)
El mundo odia a Dios. El mundo odia a Jesús, el don de Dios para la salvación de los hombres. Pero esto no le ha tomado al Señor por sorpresa. Ese “a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo” (Is. 5: 20), ya está profetizado desde hace más de 2.700 años; y Dios lo sabía desde “antes de la fundación del mundo” (He. 4: 3)
Estamos al final de esta dispensación de la gracia, y para este tiempo Dios declaró en Su Palabra que la anomia, es decir, el ir en contra de Su voluntad y Sus principios, iba a ser una realidad mostrada a todos (Mt. 24: 12)
No obstante, Dios será paciente hasta el fin.