Cuando uno se pone a pensar en aquellos personajes de la historia más controvertidos, repudiados y que aún a pesar que su desaparición física se produjo hace unas cuantas décadas atrás siguen generando repudio y aversión, sin dudas, su nombre, Adolf Hitler, aparece en el primer lugar… Y no es para menos ya que Hitler ha sido el responsable de uno de los genocidios más crueles, despiadados y violentos de la historia contemporánea, perpetrado por un afán hegemónico de ser el único dueño del mundo.
Hitler
nació el 20 de Abril del año 1889 en Braunau am Inn, una pequeña ciudad fronteriza situada en Austria, en el seno de una familia de clase media. Su padre era un trabajador de la Aduana y su infancia transcurrió en
Linz, mientras que su juventud en
Viena.
Respecto de su formación, fue principalmente autodidacta y bastante escasa, por cierto y una vez que abandonó los deseos de convertirse en pintor, como consecuencia de los reiterados no que obtuvo en el ingreso a la academia comenzó a desandar el camino político. Especialmente para esta época que transcurre por el año 1913
se acerca al nacionalismo germánico y comenzará a profesar un rotundo antisemitismo. Este mismo año decide huir del
Imperio Austro-Húngaro para evitar el servicio militar y se refugia en
Múnich donde se enroló en el ejército alemán que participó de la
Primera Guerra Mundial.
En tanto, la derrota lo hizo exacerbar aún más sus ideas nacionalistas y fundamentalistas, así es que cuando estuvo nuevamente en Múnich se acercó a un pequeño partido de ultraderecha, del cual se convertiría en líder y lo rebautizaría como:
Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes o NSDAP, entre tantos “antis”, el NSDAP, se declaraba, antisemita, antisocialista, antiliberal, antidemócrata, antipacifista y anticapitalista y hallaba mucha inspiración en el fascismo propuesto por
Benito Mussolini.
El estado crítico que dejó la guerra fue el escenario ideal para que muchos individuos atemorizados e inciertos apoyasen la propuesta Hitleriana.