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Salvadoreño rescató a más de 30 mil personas de la persecución nazi durante el Holocoausto

Un salvadoreño podría ser nombrado “Justo entre las Naciones”, por su heroica labor humanitaria en el rescate de más de 30 mil personas de la persecución nazi, durante la segunda guerra mundial, entre 1942 a 1945, según lo explicaran miembros de la Comisión Oficial que hace las gestiones en El Salvador.
Susana Barrera


El título de “Justo entre las Naciones” es otorgado por el Instituto “Yad Vashem”, de  Israel, que significa “Ente para el recuerdo de los mártires y héroes del Holocausto”; y podría entregársele a la familia del diplomático ya fallecido José Arturo Castellanos, un cónsul de este país en Suiza, quien en su gestión logró salvar  a miles de familias judías  otorgándoles certificados salvadoreños para que escaparan de dominio nazi.
José Arturo Castellanos fue un militar de carrera nacido en 1893 y que murió en 1977. Ha recibido múltiples homenajes de la comunidad judía.
Durante la conmemoración del Día Internacional del Holocausto, Ricardo Morán Ferracuti, coordinador de esa comisión detalló que, desde hace ya varios años y gracias al apoyo de familias judías y de Enrico Madel-Mantello e Itzjak Mayer, sobrevivientes del Holocausto, presentaron la solicitud al  Instituto “Yad Vashem”, el cual lo está conociendo.
Morán Ferracuti detalló que Castellanos cumple con los requisitos que esa institución judía  establece para la nominación, ya que no lucró con la labor que hizo e, inclusive, murió pobre.  Además comentó que él, junto a otros  colaboradores, llegó a lanzar a los vagones  del tren los certificados en blanco para que las personas judías pudieran escribir sus nombres y escapar. Fue así como la comunidad salvadoreña se volvió mayoría significativa en Europa.
El Holocausto fue el término para referirse al genocidio de, aproximadamente, seis millones de judíos y judías europeas, durante la Segunda Guerra Mundial.


 Cónsul salvadoreño salvó a miles de judíos del holocausto y es condecorado por la comunidad judia..

San Salvador. En medio de la Segunda Guerra Mundial, hace más de 60 años, su operación clandestina salvó la vida de más de 40.000 judíos al evitar su traslado a campos de exterminio nazi.

La osada acción del fallecido cónsul y coronel José Arturo Castellanos le ha valido ser considerado como un “héroe del holocausto” y el gobierno de El Salvador gestiona su reconocimiento oficial ante la comunidad judía.
Entre 1942 y 1944, Castellanos emitió sin autorización de su gobierno certificados gratuitos de nacionalización salvadoreña siendo cónsul en Ginebra, según documentos de la cancillería salvadoreña.
El embajador Ernesto Arrieta, uno de los principales investigadores de una comisión especial, dijo a The Associated Press que desde 1938, cuando Castellanos era cónsul en Hamburgo, Alemania, fue advertido de no dar visas a judíos sin autorización del ministerio de Relaciones Exteriores.
“No vise pasaportes de israelitas, refiérense instrucciones por correo y radio se le han girado excepto Alex Fany Freund y Emilia Lewinsky”, según una copia del documento firmada por el canciller de ese entonces Arturo Ramón Avila.
Lewinsky es la abuela de la pasante estadounidense Monica Lewinsky, cuyo romance en 1998 con el entonces presidente estadounidense Bill Clinton provocó un juicio político, del cual el mandatario salió absuelto.
Según Arrieta, el cónsul obvió la orden y tramó el plan junto con el empresario judío George Mantello, a quien contrató como primer secretario del consulado y quien le había pedido sacar de su familia de Hungría.
En el consulado de Suiza “había estudiantes. Eran personas que estaban ayudando, colaborando en escribir esos certificados”, recuerda Yvonne, de 70 años, la décima de 14 hijos del cónsul. En ese entonces tenía cinco años y medio.
Yvonne viajó 40 días en barco desde El Salvador a Bélgica con su madre italiana, que no identificó, para vivir con su padre en el consulado suizo entre finales de 1942 e inicios de 1943. Posteriormente se trasladó a Italia con su madre.
“Mantello era el que firmaba casi todos los certificados con la autorización de mi padre”, señaló.
Yvonne, que ahora reside en San Salvador, dijo que su padre no comentaba mucho sobre el caso, pero que en una ocasión “lloró con lágrimas vivas, porque aseguró que no había podido salvar a polacos. Casi todas las personas que se salvaron eran húngaros”, apuntó.
Ina Polak cree que su padre Abraham Soep recibió documentos salvadoreños en la primavera o verano de 1944, mientras se encontraba en un campo de tránsito en Westerbork, Holanda.
Los documentos estaban firmados por Mantello y nombraban a todos los miembros de su familia, comentó Polak en entrevista telefónica a la AP desde su residencia en Nueva York.
El padre de Polak era un experto fabricante de diamantes, por lo que se creía que la familia tenía protección especial.
“Sin embargo, la industria de los diamantes no funcionó, así que de repente ya no hubo más protección. Enviaron a los hombres al campo de Buchenwald y a las mujeres a las minas de sal, excepto a dos familias, la mía y otra”, recordó Polak.
Según Arrieta, “esos certificados comenzaron por extenderse en pocas cantidades, pero llegó un momento en que la demanda se hizo tan numerosa”.
“Eran expedidos en blanco y enviados a los barrios judíos o lanzados en las cercanías de los trenes en las estaciones de los deportados y eso podría haber garantizado la vida de más de 40.000 a 45.000 personas”, señaló Arrieta.
Explicó que “el certificado lo único que garantizaba era que la persona que era portadora de ese documento era un ciudadano de la república de El Salvador”.
“Hubo personas que para garantizar su libertad y su seguridad, colocaron en sus casas, especialmente en ciudades de Hungría y Rumania, banderas de El Salvador”, según las investigaciones, apuntó Arrieta.
Polak agregó que estuvieron por un tiempo en el campo de concentración Bergen-Welsen y posteriormente junto a unas 2.400 personas, con otros documentos latinoamericanos, los nazis los colocaron en un tren.
“Viajaban mujeres y los hijos franceses de prisioneros judíos de guerra y 2.000 húngaros”, recordó Polak. “No sabíamos a dónde nos llevaban. Después de seis días y seis noches fuimos liberados por las fuerzas norteamericanas”, agregó.
El día de la liberación fue el 13 de abril de 1945, cuando ella tenía 22 años.
Se estima que seis millones de judíos murieron en campos de exterminio emplazados por los alemanes liderados por Adolfo Hitler en su país y en varias naciones ocupadas, especialmente en Polonia.
Tras el triunfo de las fuerzas aliadas, Suiza informó a Estados Unidos que habían miles de judíos con certificados salvadoreños circulando en varios países de Europa. Estados Unidos preguntó a El Salvador y el gobierno de ese entonces validó la documentación, en medio del asombro.
El tema era hasta cierto punto desconocido en El Salvador, pero tomó notoriedad en 1975 al ser revelado por el escritor judío Leon Uris, quien llegó al país como jurado del certamen de belleza Miss Universo. Uris escribió el libro “Exodo”, donde destaca las acciones de Castellanos.
“Ahí es donde nosotros en realidad vemos la dimensión de lo que había sucedido” comentó Paul Castellanos, el hijo menor del cónsul, que en esa época tenía 16 años y quien nació en Londres en 1954.
La acción del cónsul salvadoreño ha sido inmortalizada en el documental “Glass house”, dirigido por el estadounidense Brad Marlowe y su esposa la salvadoreña Leonor Avila de Marlowe, y en libros como “Diplomat Heroes of the Holocaust”, escrito por el belga Mordecai Paldiel.
El coronel Castellanos murió el 19 de junio de 1977 a la edad de 86 años.
El embajador Ricardo Morán, también de la comisión investigadora del caso, se reunirá el 22 de julio con la directora del Instituto Yad Vashem, el principal centro de investigación en Jerusalén, a quien entregará una serie de documentos que muestran la osadía del cónsul salvadoreño. El proceso de investigación comenzó en mayo de 2007.
“¿Qué busca El Salvador?”, se preguntó Morán y respondió que “únicamente el reconocimiento a una acción humanitaria. No ha habido nadie en la historia de este país que haya hecho algo tan importante”, aseguró.
Se presentarán una serie de archivos históricos en la que se muestran intercambios de radiogramas con el canciller Avila, certificados individuales y de familias con fotografías y listas de judíos beneficiados.
Entre copias de certificados, figuran uno emitido el 27 de abril de 1944 en Bruselas, Bélgica, al mercante polaco Pinkas Lipschuetz, de 62 años, a su esposa y su pequeño hijo, no identificados en el documento.

Algunos certificados amparaban incluso a once personas cada  uno”.





Rostros de tez clara, cabellos claros, puntudos sombreros negros  y barbas largas”.


“Las fotografías eran de rostros extranjeros, pero los soldados alemanes no tenían idea como era la gente de El salvador  (su apariencia); solo reconocían sellos y firmas de instituciones diplomáticas para no arrestar y llevar a los campos de concentración o cámaras de gas”


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