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Polémico regalo de Evo Morales al líder católico papa Francisco. (Vídeo)

Las redes sociales se convirtieron hoy en campo de debate y polémica por el regalo que el presidente boliviano, Evo Morales, le hizo al líder Católico papa Francisco: un tallado donde Cristo aparece crucificado en una hoz y un martillo, símbolos del ateísmo comunista. 

"Barbaridad, este hombre, con todo el respeto a los hermanos ecuatorianos y bolivianos, peor que Correa todavía, se comportó!", escribió en Twitter la Hermana Lourdes María Zelada (‏@Lourdes_Zelada).

"Y Francisco lo aceptó?", preguntó ‏@Pitbull8184. Otro usuario fustigó la iniciativa del gobierno boliviano: "El regalo demuestra ignorancia o cabal demostración de hipócrita cercanía hacia el Papa y la Iglesia. En todo caso, falta de respeto", escribió Carlos Urenda (‏@jcurenda).

Sin embargo, el regalo es una réplica de un tallado que hizo el sacerdote jesuita Luis Espinal antes de ser asesinado en marzo de 1980 en La Paz. La pieza original se encuentra en la sede de la Compañía de Jesús de la capital boliviana.

El sacerdote jesuita Xavier Albó, amigo de Espinal, relató: "Lucho en la nueva cruz acopló al Cristo de sus primeros votos, con un martillo vertical y una hoz horizontal para expresar el necesario pero huidizo diálogo cristiano marxista, con los obreros y campesinos. El que lo hiciera con el Cristo de sus votos muestra cuán adentro sentía la urgencia de tal diálogo".

También relató que el tallado de Espinal se refería a la huelga de hambre que en enero de 1978 forzó al dictador boliviano Hugo Banzer a convocar a elecciones nacionales en julio de ese año.

"Tiene multitud de rostros, simplemente delineados, un hambriento esqueleto en el centro y, en las cuatro esquinas, en diagonal, dos cabezas de animales feroces, una flor y una estrella".

Este peculiar regalo que Evo le dio al Para fue considerado por un buen sector como una falta de respeto a la investidura del visitante por cuanto, se considera que comunismo y cristianismo, son dos corrientes que no confluyen y en muchos casos han sido excluyentes.
En algunos foros han alertado que ese cristo sobre una hoz y un martillo es “… un símbolo siniestro, usado por los satanistas en el siglo sexto, que había sido revivido para la época del Vaticano Segundo. Esta era una cruz torcida o rota, en la cual se mostraba una figura repulsiva y distorsionada de Cristo, que los practicantes de la magia negra y brujos de la Edad Media habían usado para representar el término bíblico “marca de la Bestia”.
Luis Espinal Camps
Luis Espinal Camps es español de origen aunque es poco conocido en su tierra natal. Se ordenó como Sacerdote en la Compañía de Jesús en España pero luego fue enviado como misionero a Bolivia donde luchó por la defensa de los derechos humanos de las clases oprimidas.
En Bolivia trabajó un año para la televisión estatal, produciendo el programa En carne viva, pero cuando se trató de conceder la palabra a los cabecillas de la guerrilla, su programa fue cerrado. De estas experiencias surgirían sus reflexiones sobre la censura y especialmente sobre la autocensura, que “se sitúa a sí misma en la línea de la mentira moral, de la corrupción y de la cobardía.” Era contrario al acercamiento de la iglesia con los responsables de la opresión político-militar desplegada durante la dictadura de Hugo Banzer (1971-78) escribió: “Si la iglesia y los opresores se identifican de tal modo, uno se pregunta qué se ha hecho del evangelio, que fue predicado a los pobres y llevó a Jesucristo a la cruz“.
De esta forma, Luis Espinal Camps fue marcando distancia de los gobiernos dictatoriales de la época y también fue crítico de la postura complaciente de la iglesia frente a los abusos de poder del estado. Esta afiliación con movimientos de izquierda que reclamaban justicia social le hizo merecedor de muchos enemigos y su destino iba a correr la misma suerte que muchos otros cuyos cadáveres fueron encontrados en sótanos y fosas comunes.
Su vida termina el 21 de marzo de 1980 cuando fue detenido por elementos paramilitares,  torturado y asesinado. Fue secuestrado la noche del 21 de marzo cuando regresaba del cine y fue montado en un jeep. Al sacerdote jesuita le esperaban horas de tortura entre culatazos, golpes y quemaduras con plancha antes de ser rematado con más de 12 tiros en un matadero de reses, como consta en reportes policiales y periodísticos de la época. Su cuerpo fue hallado la tarde del día siguiente en el kilómetro 8 del camino a Chacaltaya, junto al río Choqueyapu. Dicho asesinato había sido planificado, en enero de ese año, por García Meza presidente de Bolicia en aquel entonces, junto a Luis Arce Gómez (Ministro del Interior).

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