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Conoce los demonios que adoran las mitologías mundiales del paganismo y muchos los celebran hoy en día.


Mara – El Demonio del Budismo

En la mitología budista, Mara es el regente del Cielo del Deseo y se encarga de tentar a la gente mediante los sentidos y el deseo de aprovecharse y/o dominar a los demás. Pero también y principalmente Mara es un ser simbólico que representa la ignorancia espiritual, el apego, el odio y cuanto se opone al logro de la iluminación y la liberación.
Mara es el principal demonio de la mitología budista y su origen se remonta a algunos de los textos sagrados que hablan de la vida del primer buda histórico, introduciendo a Mara como la personificación del mal que, a manera de tentador, se hace presente en la lucha espiritual de Buda por conseguir la iluminación.  Sin embargo, la creencia en Mara como un ser real pertenece a las poco letradas manifestaciones del Budismo en la cultura popular; ya que, los monjes y todo budista medianamente ilustrado, comprenden que Mara es en esencia un ser simbólico, una personificación del mal entendido básicamente como el conjunto de fuerzas (externas e internas) y tendencias que favorecen el anclaje del individuo en el samsara (ciclo de nacimiento, vida, muerte y resurrección), oponiéndose así a la iluminación, la liberación del sufrimiento y la realización espiritual.
Pero el mal del Budismo no es el MAL del Cristianismo y del Islam, no está intrínsecamente ligado a los conceptos de ‹‹culpa›› y ‹‹pecado›› y, como aclara un portal de Budismo Shin (corriente budista surgida hace más de 800 años en Japón), “no es una entidad viva, es simplemente el síntoma de la ignorancia espiritual”, ignorancia ésta que tiene como principales consecuencias al apego y al odio, que junto a ella conforman los llamados “tres grandes venenos”. Por eso en el fondo el “mal” budista es ignorancia y error, debido a lo cual Mara, en tanto que personificación del “mal”, representa fundamentalmente el conjunto de ilusiones que impiden a los seres humanos lograr su liberación. Se la da por ello el título de “Señor de la Ilusión” y, ya que en el Budismo permanecer en la ilusión implica permanecer en el samsara y por ende morir una y otra vez, Mara es también llamado “Señor de la Muerte” y “Dios de la Destrucción”.
Ahora y hablando de ‹‹Mara›› en tanto término (más que en tanto ser) cuya significación ha variado a través del tiempo y los distintos textos de la tradición budista, tenemos que sus acepciones han sido las siguientes:
El Demonio del Sexto Cielo: Aquí Mara es el demonio que rige el Sexto Cielo o Mundo del Deseo. Puede así tentar a las personas con deseos sensoriales como ocurre en la gula o la lujuria, pero también puede tentar con un deseo mucho más destructivo como es el deseo de poder y su expresión extrema en el ansía de dominar y explotar a otros… En esta acepción Mara es una “deidad” antropomórfica propia del mundo mitológico, pudiendo ser comprendido como un ser real, como un demonio y no como un mero personaje simbólico. No obstante cabe advertir que, esta creencia en él como ser real, se halla prácticamente restringida al budismo popular, a los individuos que no tienen comprensión teórica de la doctrina budista. Por otra parte, la naturaleza de Mara en esta acepción no excluye su comprensión como un ser que, si bien puede ser visto como real por algunos, es evidentemente una personificación del deseo como cadena entre el hombre y el samsara (con el sufrimiento que esto conlleva). También se dice que personifica la capacidad inherente de hacer el mal y que se deleita minando las energías vitales de la gente. Por último, algo curioso de Mara en esta acepción es que se concibe como autor del infierno personal en tanto artífice de la llamada “satisfacción del deseo”. Esto se entiende mejor si advertimos que, en el Budismo, el cielo y el infierno suelen comprenderse como estados del sujeto, de modo que, si Mara satisface nuestros deseos, no sufriremos lo suficiente como para desear liberarnos del sufrimiento y emprender así el camino hacia la toma de conciencia de las causas del mismo (este es el primer paso en la liberación espiritual).
Un conjunto de deidades: Tal y como se ve en el Sutra Dhammacakkap pavattana, habrían varios Maras y no uno solo.
La personificación de la muerte: Es aquí donde Mara aparece con títulos como Señor de la Muerte (Maccuraaja), Exterminador (Antaka), Gran Rey (Mahaaraaja) o El Inescapable (Namuci). Y es que todo lo vivo cae bajo el dominio de la muerte, pues todo ser viviente ha de morir y, en el caso del hombre, renacer y nuevamente morir. Debido a ello se habla de la “ineluctable presencia de la muerte”, evitable solo para quien ha alcanzado el nirvana (liberación del samsara).
La personificación del “mal”: Esta acepción se ha puesto aparte porque, como personificación de la muerte, Mara asume el carácter de una fuerza exterior que siempre estará presente en la realidad aunque tal o cual ser particular se libre de ella; mientras que, como personificación del “mal” (antes ya se explicó qué es el mal para el Budismo), Mara es el conjunto de tendencias que conforman aquella dimensión del individuo que se opone a su iluminación; o, dicho en términos menos técnicos, es nuestro lado oscuro… De allí que en esta acepción Mara representa al apego, el odio, el orgullo, la crueldad, la pereza, la cobardía, el egoísmo, etc.
.Las raíces de Mara
Mara pudo haber tenido más de un antecedente en la mitología pre-budista. Incluso, ciertos estudios sugieren que hasta cierto punto se basó en un personaje actualmente olvidado en el folclore popular.
En esta línea, Lynn Jnana Sipe (profesor de Budismo Zen) dentro de su libro Reflexiones sobre Mara afirma que, la noción de un ser responsable del mal y la muerte, se halla presente en las tradiciones mitológicas védicas y brahamánicas, aunque también en tradiciones no brahamánicas como la del Jainismo. En otras palabras, todas las religiones de la India parecen haber tenido un personaje análogo a Mara en sus mitos.
Lo anterior sugiere que parte de las raíces de Mara están en los antiguos mitos de India, tal y como se ve en la influencia de Namuci, demonio védico de las sequías. Dice al respecto Jnana Sipe:
‹‹Mientras que Namuci aparece inicialmente en el Canon Pali como él mismo, en los primeros textos budistas tuvo que ser transformado para ser el mismo que Mara, dios de la muerte. En la demonología budista, la figura de Namuci junto a sus asociaciones de mortífera hostilidad como consecuencia de las sequías que representaba, fue tomada y utilizada en vistas a la construcción del personaje simbólico de Mara. Así es El Maligno: él es Namuci, amenzadando el bienestar de la Humanidad. Mara, no amenazando con lluvias estacionales, sino ocultando u obscureciendo el conocimiento de la verdad.››
.Mara en los primeros textos
Ananda WP Guruge escribe en Encuentros de Buda con Mara el Tentador que tratar de armar un relato coherente de Mara es imposible: ‹‹En su Diccionario de Nombres Propios Paali, el profesor GP Malalasekera introduce a Mara como  “la Personificación de la Muerte, el Maligno, el Tentador (equivalente budista del Diablo o Principio de la Destrucción)”. Y continúa: “Las leyendas sobre Mara son muy intrincadas en los libros y cualquier intento por desentrañarlas es un desafío” ››
Así mismo, Ananda Guruge escribe que Mara tiene varios roles distintos en los textos antiguos, y que hasta parecería tratarse de personajes diferentes, siendo unas veces la muerte encarnada, otras la representación de las emociones torpes y la tentación, y otras una personificación de los aspectos que conforman la existencia condicionada.
Particularmente en el Dhammapada (libro supuestamente escrito por el Buda Siddhartha Gautama), Mara es tomado como un personaje simbólico que representa los placeres egoístas, la sensualidad, la ambición, la desmesura, el apego y todo lo que nos ata al mundo y nos impide la percepción de la verdad y la liberación. Ocurre así que el Budismo, en su pureza originaria, no habla de demonios sino en el plano de los simbolismos, siendo que fue más tarde cuando, en virtud de influencias como las del folclore chino o japonés, se empezó a hablar de demonios reales, aunque en su posterior evolución el Budismo siempre estuvo consciente de que tal concepción de los demonios era propia de sus aspectos mitológicos y populares. Volviendo al Dhammapada, se pueden citar los siguientes versículos como ejemplos que muestran el uso evidente de Mara como ser simbólico:
  • ‹‹Al que vive apegado al placer, con los sentidos irrefrenados, sin moderación en la comida, indolente, inactivo, a ese Mara lo derriba, como el viento derriba a un árbol débil.››
  • ‹‹Dispersa, vagando sola, incorpórea, oculta en una cueva, es la mente. Aquellos que la someten se liberan de las cadenas de Mara.››
  • ‹‹Percibiendo que este cuerpo es frágil como una vasija, y convirtiendo su mente tan fuerte como una ciudad fortificada vencerá a Mara con el cuchillo de la sabiduría. Velará por su conquista y vivirá sin apego.››
  • ‹‹Mara no encuentra el sendero hacia aquellos que son perfectos en la virtud, viviendo vigilantes y libres de mancillas, a través de la perfecta realización (de las Verdades).››
  • ‹‹Aquellos que entran en el Sendero y cultivan la meditación se liberan de las garras de Mara.››
  • ‹‹El que se perturba con perversos pensamientos, que es excesivamente ávido, que se recrea en pensamientos de apego y aumenta más y más la avidez, hace cada vez más sólidos los grilletes de Mara.››
.Mara y Buda
Fue en el contexto de los relatos llamados “jatakas” en donde surgió Mara como una personalidad demoníaca bien definida aunque simbólica, más no ya en la forma simple y meramente metafórica que se veía en el Dhammapada, sino en la forma propia del relato alegórico. Estrechamente vinculado a ese carácter alegórico que a veces se advierte en los jatakas está el hecho de que los primeros relatos sobre la vida de Buda aparecieron tres siglos luego de su muerte, a lo cual se suma el que fueron varios los jatakas que se escribieron sobre él (el primer buda histórico), de modo que todos esos textos no deben tomarse tanto como documentos históricos pues fueron inspirados total o parcialmente (dependiendo del jataka) con fines didácticos, pese a acotar datos suficientes para construir una biografía de Buda.
En consonancia con lo expuesto vemos que existen diversas historias sobre la aparición de Mara en la búsqueda de la iluminación por parte de Buda. Pese a las variaciones, en todas las historias Mara es un tentador, un representante de la ignorancia espiritual y de todas las tendencias que se oponen a la iluminación.
Un resumen del relato esencial (incorporando detalles de ciertas versiones) podría contarse así:
Tras varios años (6, según ciertas fuentes) de intensa práctica ascética, el cuerpo de Siddhartha quedó demacrado y su mente sin alcanzar la iluminación. Comprendió así que, los rigores de la privación extrema y de la mortificación, no eran un camino adecuado hacia la liberación espiritual. Entonces se retiró a un bosque y allí hizo el propósito firme de sentarse a meditar bajo un árbol, incansablemente hasta conseguir la iluminación.
Los días pasaron y pasaron pero la voluntad de Buda permanecía inalterable y en su mente resplandecían cada vez con más intensidad las verdades sobre la naturaleza última de la realidad, la vacuidad e insubstancialidad del ego y de los fenómenos, y las causas del sufrimiento y de la continuidad de los seres en el mortificante círculo del samsara.
Pero esa misma fuerza de su determinación hizo que pronto Mara (el rey de los demonios) se preocupase, enviando a sus ejércitos para quebrar la voluntad de Siddharta, quien respondiendo a la tentación de Mara describió (en cierta fuente) a sus ejércitos de este modo: ‹‹La sensualidad y los placeres forman tu primer ejército, el segundo se llama Aversión. Tu tercer ejército es el Hambre y la Sed, el cuarto, el Deseo. Tu quinto ejército es Pereza e Indolencia, el sexto, Cobardía. Tu séptimo ejército es la Duda, el octavo, la Hipocresía y la Estupidez. Ganancias, Fama, Honores y Gloria falsamente obtenidos, la Alabanza de uno mismo y el Menosprecio de los demás; éste es tu ejército››.
Viendo que Shakyamuni (nombre comúnmente usado para el Buda Siddhartha) no claudicaba, Mara envió a sus tres hermosas hijas para que lo seduzcan y lo desvíen de su búsqueda espiritual. Esas hijas eran Deseo, Satisfacción y Arrepentimiento, al menos en la versión del antropólogo Joseph Campbell. En su textoLa vida de Buda. Una interpretación, Gadjin M. Nagao nos da una imagen detallada del pasaje: ‹‹Al no tener éxito, Mara le envía a sus tres hijas para seducirlo sexualmente. Las tres hijas recurren a toda clase de ardides amorosos de que disponen, exhibiendo su piel semejante al alabastro, atrayéndolo con canciones y danzas, miradas de soslayo y dulces palabras de elogio. Se pasean frente a él levantando sus faldas y diciéndole cosas como: “Quisiera ser la servidora de un gran hombre como tú”. Pero, es innecesario decirlo, Shakyamuni permanece inmutable.››
Irritado ante el autocontrol de Siddhartha, Mara le dice que el asiento de la iluminación le corresponde por derecho a él. “¡Yo soy tu testigo!”, claman al unísono los demonios de Mara, quien desdeñoso interroga a Buda diciéndole: “¿Quién hablará por ti?”
Entonces Siddhartha, conservando aún su postura meditativa de flor de loto, acerca la mano derecha a la tierra y la toca (la pone hacia abajo sobre su rodilla derecha, según otras fuentes). Tras ser tocada, la tierra tiembla, se abre y de ella sale la Diosa Tierra (personaje simbólico) con un jarrón de flores.  “Yo doy testimonio”, dice la diosa, aunque las palabras que expresa en la versión de Joseph Campbell son más impactantes a la hora de entender el sentido de la budeidad: ‹‹Éste es mi hijo amado, quien a través de innumerables vidas se ha entregado a sí mismo, por lo que no hay un cuerpo aquí››
Posteriormente al testimonio de la Diosa Tierra, Mara y sus ejércitos desaparecen y Siddhartha Gautama alcanza la iluminación, viendo entonces todas sus vidas anteriores y comprendiendo el proceso de las doce causas que atan a los seres al sufrimiento del samsara.
.Interpretaciones de Mara
En la comprensión ortodoxa de las escuelas budistas Theravada y Mahayana, partiendo del personaje simbólico de Mara se elaboró la teoría de los “cuatro maras” como elementos internos opuestos al logro de la iluminación. Estos son:
1) Las emociones turbadoras: principalmente  la ignorancia-estupidez-confusión, el deseo-apego y la cólera-odio. Estas emociones general karma, por lo que ocasionan sufrimiento y nos mantienen en el samsara.
2) Los cinco agregados psico-físicos: forma, sensación, discernimiento, composición mental y conciencia. Estos agregados son fenómenos impermanentes, no existen por sí mismos (su existencia está condicionada) y originan la ilusión del “yo”; en el sentido de que, si el yo se forma de estos cinco agregados y estos cinco agregados son impermanentes, al desmontarlos no queda nada, por lo que el yo es también impermanente y no existe por sí mismo.
3) El temor a la muerte: el temor a la muerte tiende a hacernos identificar con el cuerpo (nos preguntamos: ¿sobreviviremos si cesa el cuerpo?) y a desear la continuidad de nuestra existencia, por lo que nos hace continuar en el ciclo de reencarnaciones y, en tanto que el temor es una forma de sufrimiento, del temor a la muerte puede decirse que es un sufrimiento que nos ata a un mecanismo (samsara) en que se generan otros sufrimientos.
4) La seducción del placer: el deseo que la seducción del placer nos genera puede conducirnos a una insatisfacción en la que la frustración, la envidia y el odio florezcan, o bien puede, si es que es satisfecho, tenernos en un estado de contento superficial que nos impida profundizar en la vida y superar las ataduras en vistas a conseguir un bienestar incondicionado y por tanto distinto y superior al bienestar de la satisfacción del deseo de placer, el cual siempre terminará por desembocar en la insatisfacción porque tarde o temprano, o bien se irá aquello que nos causa placer, o bien tomaremos conciencia de que estamos vacíos y la satisfacción del deseo de placer ya no podrá salvarnos de nuestras carencias internas. Según la teoría budista, este mara está vinculado a la alimentación de la ilusión que representa la falsa distinción entre el “yo” y los “demás”, la cual tiende a conducirnos al egoísmo, a la envidia y a otros estados de sufrimiento.
Por último y dejando las interpretaciones canónicas, entre las opiniones personales de ciertos expertos pueden citarse estos dos ejemplos:
Sipe Jnana:
‹‹Mara es sinónimo de esos patrones de comportamiento que anhelan la seguridad de aferrarse a algo real y permanente en lugar de enfrentar la cuestión planteada por ser una criatura transitoria y contingente […] Los anhelos tempestuosos y los temores que nos asaltan, así como los puntos de vista y las opiniones que nos confinan, son evidencia suficiente de esto. Tanto si hablamos de sucumbir a los irresistibles impulsos y adicciones o de ser paralizados por obsesiones neuróticas, ambas son formas psicológicas que articulan nuestra actual convivencia con Mara.››
Stephen Batchelor, escritor y filósofo budista:
‹‹Mara es una manera de hablar de la estructura contingente e imperfecta del mundo. Una gran cantidad de budistas occidentales, y los budistas de Asia también, tienden a interpretar a Mara como una función psicológica […] Esto es sólo parte de la imagen […]. Mara es una metáfora de la propia estructura del mundo contingente que estamos analizando constantemente, del estar expuestos a la muerte y de la imprevisibilidad de la vida misma. […] Sugiero que Mara representa algo así como la personalidad del samsara. El Buda lo describe como “Mara antaka”, que significa “el fabricante de límites”. ¿Qué es, entonces Mara en términos de organismo único? ¿Cuándo sale que el diablo aparece en la experiencia? Sugiero que Mara se presenta como la parte que se revela de la naturaleza de Buda, la personalidad del diablo que se forma y comienza a hablar  —como rebelión, como compulsión y obstrucción— cuando uno se da cuenta de la posibilidad de despertar. […] Cuando usted decide: “Yo voy a despertar”, está básicamente diciéndole “no” a Mara, quien hasta ese momento ha estado dirigiendo el show. Usted está diciéndole “no” a la profundamente arraigada, probablemente bio-neurológicamente arraigada tendencia hacia el cierre, el apego, el deseo, el miedo. […] Mara es todo aquello que se resiste a despertar. Así que sí, Mara sólo se hace evidente cuando tratan de liberarse de su control.››

Azrael – El Arcángel de La Muerte

Azrael es el Arcángel de la Muerte. A él se le atribuye el rol de separar el alma del cuerpo al momento de la muerte, así como también la capacidad de ayudarnos a superar nuestro temor a la muerte en virtud de una mayor comprensión de la misma. Según cuenta una historia, este noble arcángel se autoexilió del Cielo para cumplir su misión.
Azrael es el Arcángel de la Muerte en varias tradiciones extrabíblicas. Está presente en el sijismo, en el islamismo, en el cristianismo e incluso en el judaísmo. Su nombre deriva de “Izrail”, nombre presente en el Corán y que se traduce como “Quien a Dios ayuda”. Comúnmente conocido como “Malak al-Mawt” entre los musulmanes, Azrael es en esencia el ángel que separa el alma del cuerpo al momento de la muerte, guiándola después hacia la oscuridad eterna o la luz del Creador, según pesen más los méritos o deméritos del alma en cuestión.
Diversos han sido los nombres con los cuales se ha visto asociado este arcángel: Ashriel, Azaril, Azriel, Izrail, y Ashrail, entre otros.
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UN ARCÁNGEL DE ASPECTO SINIESTRO
En cuanto a su aspecto, por lo general Azrael es representado con una espada o una guadaña en virtud de su asociación con la clásica personificación de la muerte en forma de esqueleto vestido de negro. La vestimenta de Azrael suele ser una larga sotana o túnica negra con una capucha, lo cual no es fortuito pues el negro ha sido el color arquetípico de la muerte en distintos tiempos y culturas, tanto de Occidente como de Oriente.
Existe sin embargo una representación mucho más impactante del Arcángel Azrael. A saber, en el Islam se lo describe como un ángel de setenta mil pies y cuatro mil alas, con un cuerpo cubierto de tantos ojos y lenguas como personas hay sobre la Tierra. Claramente se ve que la representación es simbólica, estando ligada al papel que se le da de ser quien escribe los nombres de las personas en el Libro de la Muerte.
Por último, una interpretación más realista ha sugerido que Azrael es un arcángel rodeado por una luz blanquecina, no ya del blanco resplandeciente de la túnica de Gabriel, sino de un blanco mortecino y representativo de la naturaleza de la muerte.
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AZRAEL Y SU MISIÓN
Azrael tiene el título del Ángel de la Transición porque ayuda al ser humano en el difícil tránsito de la muerte. Este papel puede ser abordado desde distintas ópticas, pasando por la clásica visión en que Azrael separa el alma del cuerpo y acompaña al alma a su destino, hasta aquella perspectiva algo heterodoxa de la reencarnación entendida de una forma más perteneciente al esoterismo que a la religión, perspectiva en la cual Azrael es el guía espiritual del alma en el momento de pasar de una vida a la otra, tanto en el caso en que esa alma tiene que pasar (antes de encarnar) por diversos planos sutiles o lugares de estancia, como en el caso (enmarcado en otras teorías) en que esa alma tiene que asumir un cielo o infierno temporal y transitorio entre una y otra existencia.
Es en esa función de Ángel de la Transición donde Azrael se encarga de dar paz al alma de quien va a morir, no solo en el momento de la muerte y en los instantes previos, sino en la difícil crisis que constituye el préambulo de angustia y agonía propio de aquellos casos en que el individuo sabe que la muerte está próxima, tal como el caso del enfermo terminal (de SIDA, cáncer, etc.) o, por poner un ejemplo extremo, el caso de alguien que va a morir ejecutado o torturado. Y es que, y esto hay que señalarlo, Azrael no requiere que su ayuda sea solicitada para ayudar. Él simplemente está allí, incluso para muchos de los que no creen en su existencia.
Mas él no se limita a ayudar al sujeto que va a morir: también ayuda a quienes sufren la agonía y la muerte de quien pasará al otro mundo. Es así que él derrama su “energía sanadora y luz divina”, otorgando consuelo, serenidad, aceptación y, sobre todo, una comprensión sabia y profunda de la muerte, no ya como el inquietante paso del ser a la nada, sino como el tránsito en que el sujeto abandona sus elementos transitorios y perecederos, triunfando sobre el vacío de la disolución en virtud de aquello que hay de eterno en él.
Lo visto remite a la función de Azrael en torno a la muerte y su preámbulo, pero él, sobre todo para quienes piden su ayuda directamente o simplemente solicitan a Dios o a los seres de luz ayudas vinculadas a su función, puede ofrecer sus servicios. Tal es el caso de las personas que atraviesan crisis existenciales vinculadas a la comprensión de la muerte. Individuos que se preguntan cuál es la naturaleza de la muerte, que guardan un profundo miedo hacia ésta, o que se dejan hundir en la depresión pensando en que todo acabará con la muerte, en que sobrevivirán pero perderán su esencia, en que sus almas tendrán un destino desconocido pero ciertamente angustiante, o en que no tienen salvación y estarán condenados al suplicio eterno una vez dejado este mundo. En esos y otros casos Azrael puede inspirar en el sujeto en crisis la idea o las ideas pertinentes para una comprensión adecuada de la muerte, como también puede insuflar una profunda confianza en que el Creador no abandona a sus hijos en las crueles y mecánicas redes de la causalidad aparente, o bien un intenso sentimiento de esperanza de salvación que permita, en quienes están estancados en la culpa, salir del remordimiento e iniciar el camino de la reformación.
Lo anterior muestra que el papel de Arcángel de la Transición es algo más amplio de lo que podría parecer, y esa amplitud abarca todavía otros aspectos. Así, toda crisis existencial puede, en tanto concebida como transición, ser potencial espacio para la ayuda de Azrael, pudiendo este arcángel colaborar en la liberación del dolor, de la ira acumulada, del sentimiento de soledad y de confusión, etc.
Según cierta concepción de la tradición ocultista, Azrael es un ángel de los Registros Akásicos, siendo estos unos registros etéricos (el éter es un fluido intangible que penetra todo en el universo) de todo lo que ha sucedido desde el inicio de los tiempos y por tanto de los karmas buenos y malos de cada individuo.
Otro planteamiento ocultista dice que Azrael es el Ángel del Espíritu, título éste que denota la capacidad de Azrael para ubicar nuestros cuerpos sutiles (el etérico, el astral, el causal, etc.) y el estado en que estos se encuentran, independientemente de la dimensión en que se encuentren.
Finalmente y debido al vínculo intrínseco entre la actividad mediúmnica y el mundo de los espíritus desencarnados, algunos han dicho que Azrael suele ofrecer consejo y asistencia a los médiums que trabajan de manera seria y correcta, sobre todo si tienen el firme propósito de ayudar a las almas en pena que padecen sufrimiento y confusión en el más allá.
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AZRAEL EN DISTINTAS TRADICIONES RELIGIOSAS
Judaísmo
En el misticismo judío comúnmente se lo refiere como “Azriel”, no como “Azrael”, y frecuentemente se lo ve como unapersonificación del mal, aunque no como la personificación del mal o el mal en sí. Sin embargo el Zohar (libro sagrado perteneciente a la tradición cabalística) retrata a Azriel como un ser bondadoso que comanda legiones angelicales y recibe las plegarias de los creyentes que han alcanzado el paraíso.
El experto Lodge Magan, en su libro Dragon’s Blood #2- Practical Necromancy, nos dice que: ‹‹En el judaísmo la visión del Ángel de la Muerte es similar. Él quita la vida con una gota de veneno, mientras está de pie junto a la cabeza de la persona agonizante, preparado para capturar el alma que deja el cuerpo a través de la boca. Azrael habita en el Tercer Cielo. Sí el pecador confesaba su falta, el ángel de la muerte no lo podía tocar, porque entonces uno es protegido por Dios. En la literatura judía, Azrael es un espíritu, asumiendo una forma que es influenciada por las creencias de las personas, sus actos y su fe: para el hombre honesto y correcto, él aparece en la hora de la muerte como un bello arcángel, para los pecadores, en una forma horrenda y macabra. En su visión, uno puede morir de miedo.››
Cristianismo
En el paleocristianismo (cristianismo primitivo) se confundía a Azrael con Azra, descendiente de los sacerdotes de la tribu de Aarón y escriba durante el periodo del segundo Templo de Jerusalén.
Otra creencia planteaba que Azrael era el profeta Esdras, profeta que vaticinó la venida de Cristo y que subió al cielo sin haber pasado por la muerte física, razón esta en virtud de la cual se llegó a especular que él era Azrael.
Por su parte, el hereje Marción habló de Azrael como el Ángel de La Ley (la ley de Moisés), basándose en parte en la asociación entre el periodo teológico de La Ley con el sacrificio —en ese entonces se ofrendaban animales a Dios, pero el último sacrificio fue Cristo, con quien se inauguró el periodo teológico de La Gracia, en el cual el hombre era librado de la muerte por el poder redentor de El Salvador— y por lo tanto con la muerte.
Pese a todo lo dicho, Azrael no pertenece al cristianismo actual: ni al católico ni al protestante (evangelista, mormón, adventista, etc.), no al menos a nivel oficial o canónico. Por ello, si algún cristiano cree en Azrael, esa creencia es más una realidad de fe personal, extrabíblica y no-oficial.
Islam
El Corán dice que el Ángel de la Muerte toma el alma de cada persona en el momento de la muerte, sin embargo aclara que solo Alá (Dios) conoce cuándo morirá cada persona y a dónde será llevada su alma. Se cree que su poder es tan grande que, simbólicamente hablando, se necesitaban 70,000 cadenas para contenerlo, teniendo cada una la longitud de un viaje de miles de años. Según la tradición, cuando alguien muere Allah lee el nombre del fallecido y Azrael tiene 40 días para cumplir con su rol de separar el alma del cuerpo. Pero su llegada puede variar. Cuentan las leyendas que ésta viene cargada de paz y olores paradisíacos cuando un hombre es justo, pero que está acompañada de demonios torturadores (que atormentan al moribundo en el proceso de tránsito) cuando un hombre es malvado.  Según cierta leyenda, Azrael está continuamente escribiendo los nombres de las personas que nacen y borrando los de las personas que mueren. Para la teología islámica, Azrael (nombrado como “Azrail, Azaril, Azariel o Izrail”) será el último ser en morir (muerte previa al Juicio Final).
Algunos relatos de la tradición islámica refieren encuentros entre el Ángel de la Muerte y los profetas. Un ejemplo impactante de eso es la historia (símbólica en gran medida) de Moisés, quien también es venerado en el Islam. Así, dicen que Azrael había ido a tomar el alma de Moisés pero éste se negaba a morir. “Aquí tienes un siervo que se niega a morir”, le dijo Azrael a Dios y después, forcejeando con Moisés, éste le dio un palmazo que le sacó uno de sus millones de ojos: el ojo que representaba que Moisés estaba en la lista de los que probarían la muerte…
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LA HISTORIA DE AZRAEL
Esta conocida historia tiene su origen en la tradición islámica aunque posteriormente fue recibiendo elementos de otras tradiciones, llegando finalmente a ser una expresión del sincretismo propio del esoterismo contemporáneo. La historia es como sigue:
Poco tiempo después de su creación, a Azrael le fue asignado el estudio de algo que hasta el momento no se comprendía muy bien en el Cielo: la disposición de las almas humanas tras la muerte.
En efecto, se conocía que algunas almas habían llegado al Cielo (temporal en esta teoría de reencarnación) como consecuencia de méritos adquiridos en la mecánica de la reencarnación y el olvido (al volver a nacer), pero no se sabía a dónde iban las otras almas y qué pasaba exactamente con las almas tras la muerte. Fue ante esa situación que Azrael se ofreció a rastrear las almas de los humanos, algo que hasta ese momento ningún ángel había hecho bien, siendo él el primero en conseguirlo.
Sin embargo lo que halló fue indignante: muchos humanos, particularmente los de peor naturaleza, estaban siendo torturados en el llamado “reino inferior”. Y es que, en sus inicios, tal reino era un lugar de oscuridad, aislamiento, soledad, vacío y ausencia de Dios, pero no era un lugar de torturas, y los demonios lo habían convertido, sin autorización de Dios, en un espacio de suplicio y perversa mortificación. Ya no era más el Sheol: era el Infierno.
Cuando Azrael dio las noticias en el Cielo, la indignación general se encendió, pues, además de infligir torturas, los demonios a veces ozaban destruir a ciertas almas, tomándose así una potestad que ni él mismo Dios había ejercido pese a ser el único con derecho moral para hacerlo. Pero también, según informó Azrael, los demonios estaban reteniendo almas que no habían cometido faltas suficientes para ser llevadas al “reino inferior”; y, finalmente, aquellos crueles ángeles caídos procuraban retener eternamente a las almas que no destruían, cometiendo con ello la injusticia de pretender dar un castigo eterno e infinito a quienes tenían una culpa finita.
Como contramedida a tanta injusticia y compensación a su labor, Azrael ascendió al rango de Arcángel, comprometiéndose en dicho ascenso con la labor de asegurarse de que ninguna alma se dirigiera equivocadamente a un lugar que no fuera el Cielo. Él y su hueste de ángeles seguidores ayudarían a los espíritus de los muertos a librarse de sus cadenas, rescatarían almas salvables de los dominios de Satán, e impedirían a los ángeles caídos tomar cualquier alma que no les perteneciese.
Fue así que el Arcángel de la Muerte y sus ángeles comenzaron sus misiones de reconocimiento en busca de almas por salvar en el Infierno. Pero ayudar a los muertos no era suficiente, por lo que Azrael les dijo a sus ángeles que debían ayudar a los humanos vivos a prepararse para la muerte, a comprenderla, aceptarla y no temerla si sus actos eran buenos.
Pasado el tiempo, entre los seres de luz llegó a pensarse que Azrael y su coro rechazaban hasta cierto punto el Cielo. Finalmente Azrael expresó su decisión de autoexiliarse junto a su coro, no porque él y sus ángeles no amaran la compañía celestial, sino porque su compasión por los humanos era tan grande que preferían servir a Dios en la oscuridad con tal de evitar que las almas sufriesen un destino injusto al morir. Se convirtieron entonces en abnegados ángeles, en seres que iluminaban los lúgubres territorios de la muerte con la blancura impoluta de su ardiente bondad.
Las siguientes serían sus misiones principales: 1) buscar y separar fantasmas y demonios de sus lazos corpóreos y etéricos, 2) cazar y destruir a las almas que no tienen salvación y pertenecen a los demonios, 3) guiar a su destino a los humanos que mueren, contribuyendo a que se les de una segunda oportunidad (en la rueda de reencarnaciones) si es preciso, 4) luchar contra los demonios que promueven la muerte, 5) rescatar almas salvables del infierno
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CONTACTANDO CON EL ARCÁNGEL DE LA MUERTE
Arriba vemos una versión moderna, simbólica y estilizada del sello o sigilo de Azrael. Su presencia no es necesaria para el desarrollo del ritual que después presentaremos, de modo que se lo ha puesto únicamente para satisfacer la curiosidad intelectual.
Muchos ocultistas hablan de la invocación a Azrael concibiéndolo no como un ser real sino como un ser simbólico, como una personificación de la muerte dotada de un gran poder a la hora de canalizar las energías psíquicas y espirituales del mago en relación al fin de contactar con el poder espiritual inherente a las fuerzas propias de los dominios de la muerte, concebida como algo que, si bien en sí mismo no tiene vida, se manifiesta como presencia viva y dinámica en la experiencia espiritual del hombre. Por eso, antes de presentar un ritual de invocación a Azrael, Lodge Magan nos aclara que: ‹‹Un trabajo de muerte puede servir para algunos propósitos: uno puede intentar una invocación a la muerte como un rito de entropía y destrucción o una maldición lanzada a una victima elegida o uno puede invocar a las formas del dios de la muerte para el bien del conocimiento y comprensión del morir. En el segundo caso, uno invoca a símbolos y conceptos asociados con la muerte con el fin de facilitar el proceso de morir y para transformar el miedo y ansiedad, que es usualmente relacionado con ésta, en la fuerza de vida creativa.››
Veamos ahora el ritual que Lodge Magan nos propone:
-Procure que sea de noche.
-Tome un baño (preferiblemente en agua fría) antes del ritual.
-Consiga una pequeña (no tanto) campana.
-Póngase una túnica negra.
-Comience por preparar una vela negra y una vela roja.
-Si puede, queme incienso, el de mirra es una buena opción.
-Abra el ritual encendiendo la vela negra y haciendo sonar una campana.
-Recite lo siguiente:
Lepaca Kliffoth!¡Azrael! ¡Azrail! ¡Ashriel! ¡Azaril! ¡Azriel! ¡Izrail!Escúchame ¡mensajero divino!¡Sombras y fantasmas! ¡Levántense de las fosas del cementerio y vengan a mi llamado!¡Tú, quien separas el alma del cuerpo y trae el sabor del veneno mortal!¡Ven del abismo de Oscuridad!¡Ángel de la Muerte!¡Espíritu de muchos rostros y miles de alas!¡Guía de las almas muertas!¡Tú, quien llevas a los mortales al Otro Lado!¡Quien se aproxima con los espectros y criaturas de la noche!¡Escucha mi llamado!Enciende en mí la llama negra de la muerte, ¡la esencia del Dragón Negro!¡Llévame al borde de la muerte y la vida, para que pueda probarla y sumergirme en su éxtasis!¡Muéstrame la Muerte para que pueda conocer la Vida!¡Arranca el velo negro de la ignorancia la cual cubre mis ojos!
-Concéntrese y visualice que entra al lugar un ángel vestido de negro, con veinte alas y una espada.
-Imagine con gran viveza que el ángel corta cada parte de su cuerpo con la espada, procurando sentir que le libera de las ataduras corporales y mundanas con cada parte que le corta.
-Prosiga en la visión anterior por el tiempo que sea necesario hasta que sienta un gran vacío interno y un sentimiento de aislamiento y soledad.
-Recite lo siguiente:
El fuego oscuro del Dragón Negro esta ardiendo ahora dentro de mi!Yo soy la sombra el fantasma, listo para dejar la existencia terrenal!Espíritus de la Oscuridad, ¡conviértanse en mis compañeros en mi viaje al reino de los muertos!¡Ángel de la Muerte! – ¡llévame al Otro Lado!
-Acuéstese boca arriba con los brazos cruzados sobre el pecho, en la posición que tendría si estuviese en un ataúd.
-Sienta que su cuerpo astral se vuelve cada vez más ligero y Azrael lo eleva, llevándolo al otro mundo.
-Viaje a su pasado más remoto, de ésta vida y, si puede, de vidas anteriores.
-Recuerde todo lo que le ha ocasionado sus mayores miedos, deseos, debilidades y fortalezas.
-Procure sentir y percibir como todo aquello que alguna vez trajo cosas negativas y debilitantes, se constituye ahora en fuente de fuerza y determinación.
-Una y solo una vez que haya logrado lo anterior, vuelva a su estado de conciencia normal y levántese.
-Quítese la ropa como símbolo de que ha removido su pasado.
-Apague la vela negra y encienda la vela roja, símbolo de esa vida nueva y de esa fuerza que está naciendo y levantándose en usted, ardiendo con la “llama dadora de vida” y otorgándole ese sentido de totalidad y poder interior.
-Recite las siguientes palabras finales:
Despierto del sueño mortal y comienzo una nueva vida,¡Con el fuego del Gran Dragón Rojo!¡Qué así sea!¡Ho Drakon Ho Megas!
-Medite por un rato en el sentimiento de poder que fue despertado en su interior, después finalice el ritual.

Dioses de la muerte (Parte1)

La idea del infierno o simplemente de un lugar destinado a ser habitado por los muertos, es algo que ha estado presente en la religión y en la mitología de muchas culturas desde el inicio de la civilización. Dentro de este tipo de creencias han surgido múltiples deidades vinculadas a la muerte, tales como las que verán a continuación.
Mitología griega
Hades
Hades nació del dios Crono y la diosa Rea, teniendo como hermanos a Poseidón, Hera, Zeus, Hestia y Deméter.  Inicialmente Hades no era el dios de los muertos; pero, tras la victoria de él y sus hermanos Zeus y Poseidón sobre los titanes, el universo fue repartido de la siguiente forma: Zeus se quedó con el cielo, transformándose así en el Dios del Olimpo; Poseidón se quedó con el mar, volviéndose el Señor de los Océanos; y Hades, por su parte, se quedó con el mundo subterráneo, convirtiéndose en el Señor del Inframundo. A raíz de eso el Inframundo fue llamado también “Hades”, recibiendo así el mismo nombre que su gobernante.
Hades ha sido descrito como un amo despiadado, que reina sobre los muertos que no tuvieron los méritos para ir a los Campos Elíseos. En su gobierno, Hades es ayudado por una multitud de seres, tales como el perro de tres cabezas Cerbero o el barquero Caronte; además, junto a él reina Perséfone (sobrina suya, hija de Zeus y Deméter), quien antes de ser su esposa fue raptada por él mientras recogía flores y jugaba con sus compañeras en los campos de Sicilia…
A diferencia de quienes gozan de la paz en los Campos Elíseos, quienes están en el reino de Hades no tienen la opción de volver al mundo. Conjuntamente muy pocos mortales (Hércules y Teseo lo hicieron, pero eran héroes los dos) han conseguido escapar del Hades una vez que han osado poner sus pies en él.
Hades gobierna desde su trono de ébano en medio de un gran palacio. Cuentan los mitos que Hades tiene un casco de invisibilidad que le regalaron los cíclopes, que su carro es oscuro, imponente y lo tiran cuatro caballos fuertes y negros.
En cuanto a sus símbolos, estos son básicamente el narciso y el ciprés.
Tánatos 
Tánatos es la personificación de la muerte no violenta, siendo la muerte violenta ejercida por las Keres (horribles espíritus femeninos que sobrevolaban los campos de batalla buscando heridos y moribundos). Siendo un ser simbólico, Tánatos tenía (en la mitología de Homero y Hesíodo) por madre a Nix (La Noche) y por hermano a Hipnos (El Sueño), de quien se dice que, intentando imitar a su hermano mayor, sume en la inconsciencia del sueño a los mortales que le tocan, ya que supuestamente cada noche él y Tánatos discuten sobre con cuál de los dos se irá cada hombre…
El aspecto de Tánatos suele variar, habiéndoselo representado de las siguientes maneras: 1) un niño alado, 2) Eros con las piernas cruzadas y la antorcha invertida, 3) un niño dormido en los brazos de Nyx, 4) un joven llevando una mariposa (que representa el alma) o una corona de amapolas (asociadas al dios y a su hermano por sus propiedades hipnagógicas), 5) un joven alado con una espada envainada en el cinturón, 6) un hombre o un joven vestido de negro y con una espada.
Macaria
La Macaria que comúnmente se conoce es la hija de Heracles, pero hay otra Macaria mencionada en el Suda (gran enciclopedia bizantina del s. X). Esta última Macaria es hija de Hades (no se menciona la madre) y aparece como una personificación de la muerte bienaventurada. Inclusive, cierta fuente la coloca como una contraparte particularmente piadosa del Dios Tánatos.
.Mitología romana
Dis Pater y Plutón
Dis Pater y Plutón son en realidad el mismo ser. Originalmente Dis Pater  (“Padre Rico” en latín) era un dios ctónico de la riqueza, la fertilidad, la agricultura y los minerales subterráneos; sin embargo, debido a que los griegos tenían sobrenombres para Hades vinculados a la riqueza que se asociaba con los metales del mundo subterráneo o inframundo, cuando en la mitología romana (que toma sus dioses de la mitología griega) Plutón tomó el lugar de Hades, a veces éste (Plutón) fue llamado como “Dis Pater” o simplemente “Dis”, ya que previamente el dios Dis Pater había sido absorbido en la identidad de Plutón.
Plutón era en esencia lo mismo que Hades: había nacido de Saturno (equivalente de Crono) y de Ops (equivalente de Rea), había raptado a su esposa Proserpina (equivalente de Perséfone) y vivía en el Tártaro (el inframundo), donde recibía y juzgaba a las almas de quienes no habían conseguido ir al Elíseo.
La diferencia fundamental con Hades estaba en que, además de ser el dios del inframundo, Plutón era también el dios de los tesoros de la tierra, trátense estos de cosechas y bienes de esa índole o de metales, piedras preciosas y otras cosas semejantes.
El aspecto de Plutón era a veces el de un hombre de larga y espesa barba, facciones duras y expresión sombría, cetro negro y un casco mágico cubierto con piel. A veces se le representaba en un trono de ébano, se lo retrataba con sus cuatro caballos negros o con Cerbero, su perro de tres cabezas.
Mors
En la mitología romana Mors era la personificación de la muerte equivalente a Tánatos en la mitología griega. Mors estaba asociada a Marte, el dios romano de la guerra; a Plutón, el dios del inframundo; y al Orco u Orcus, una figura un tanto ambigua que solía representar a un demonio que castigaba juramentos rotos pero también al mismo Plutón…
En cierta historia Hércules lucha contra Mors para salvar a la esposa de un amigo, mientras que en otras historias Mors aparece como la sirviente de Plutón, encargada de escoltar a las almas hasta la puerta del inframundo.
NOTA:
Las Parcas, existentes con los mismos rasgos bajo el nombre de “Moiras” en la mitología griega, no deben ser consideradas como diosas de la muerte sino como diosas-personificaciones del destino o Fatum. Ellas se encargaban de controlar el metafórico hilo de la vida de los mortales e inmortales (la inmortalidad de los dioses griegos era relativa: no podían morir a manos de mortales pero sí de otros dioses), controlando incluso el hilo de Júpiter. Tres eran las Parcas: Nona (Cloto en la mitología griega), que hilaba el hilo desde la rueca hasta el uso; Décima (Láquesis para los griegos), que media el hilo con una vara; y Morta (Átropos para los griegos), que cortaba el hilo determinando el momento y la forma en que alguien moría.
.Mitología babilónica
Nergal y Ereshkigal
Ereshkigal era hija del dios Anu (rey de los dioses y dios de los cielos) y hermana de Ishtar (diosa del amor, el sexo, la fertilidad, la vida y la guerra). Ella residió felizmente en los cielos hasta que el gran dragón Kur la raptó y la llevó al inframundo, lugar del cual se convirtió en reina, pasando así a ser la diosa del inframundo o de los muertos.
Inicialmente reinaba ella sola, hasta que conoció a Nergal y se unió con él, hecho sobre el cual hay distintas versiones. Una de esas versiones cuenta que:
Habíase organizado un banquete de dioses en el cielo y Anu, considerando que su hija Ereshkigal estaba en el inframundo, envió al mensajero Kakka para que le transmita a Ereshkigal la noticia del festín y así ésta pueda subir a tomar su parte.
Kakka entonces cruzó las siete puertas del infierno hasta llegar al trono de Ereshkigal. Tras oír el mensaje de Anu, Ereshkigal envió a su mensajero e hijo (tenido con Enlil, padre de Nergal…) Namtar al cielo. Sin embargo, una vez que Namtar llegó al cielo, Nergal le ofendió gravemente, por lo cual su tío, el sabio dios Ea (creador de la Humanidad), envió a su sobrino Nergal a los infiernos para que se disculpase con Ereshkigal.
En los infiernos, Nergal y Ereshkigal se apasionaron mutuamente y fornicaron por siete días enteros, tras los cuales Nergal, ya satisfecho, se escapó disimuladamente del lecho para regresar al cielo.  Al darse cuenta de eso, Ereshkigal se desesperó y se enfureció, amenazando al mismísimo Anu con enviar a los habitantes de su reino a la Tierra hasta que el número de muertos superase al de vivos, a menos que Nergal regresase con ella y fuera su amante para siempre…
Al enterarse de la amenaza, Nergal se enfureció y organizó una expedición militar (dicen que con 14 demonios) para derrocar a Ereshkigal. Bajó entonces Nergal con sus tropas, rompiendo cada una de las siete puertas hasta llegar al trono de Ereshkigal. Allí, Nergal la tomó por los cabellos y la alzó, pero Ereshkigal le confesó su amor, le propuso matrimonio y le ofreció compartir con él el gobierno del inframundo. Al ver la actitud de Ereshkigal, Nergal se conmovió, la soltó, lloró y aceptó complacido la oferta de la diosa. Desde ese momento ambos gobernaron juntos el mundo de los muertos.
En cuanto a algunos de los caracteres particulares de Nergal (nacido de la violación sufrida por Ninlill a manos de Enlil), de él se dice que es el aspecto sobrio del dios sol Utu, representando así el mediodía y el solsticio de verano, época de sequías, destrucción, hambre y muerte… Concordantemente con eso, Nergal no es solo un dios de los muertos y del inframundo sino un dios de las plagas, la peste, la destrucción y la guerra. Es por ello que se lo suele representar como una figura con cuerpo humano que porta una espada y/o un cetro, que tiene dos cabezas de león y las piernas envueltas en un tipo de mortaja.
.Mitología egipcia
Anubis
Representado a veces como un perro que acompaña a Isis, por lo general Anubis es retratado como un hombre que tiene cabeza negra de chacal (por eso sus sacerdotes usaban máscaras de chacal) y sostiene un cetro real. Ello obedece al hecho de que el chacal, por su hábito de desenterrar tumbas para alimentarse, fue asociado a la muerte en el imaginario egipcio. Pero en esa lógica representacional el negro juega también un papel importante, ya que para los egipcios este color representa la putrefacción de los cuerpos, la oscuridad y la muerte, aunque a su vez es el color de la tierra fértil y uno de los colores empleados para representar la resurrección.  En cuanto a por qué a veces se lo representaba como un perro, aquello tiene su causa en el hecho de que el perro es un animal capaz de ver tanto en la luz del día como en las tinieblas de la noche, cosa esta capaz de representar la dualidad muerte/resurrección propia de Anubis. Finalmente, con mucha menor frecuencia (Heliópolis es un ejemplo) se pintaba a Anubis como serpiente, animal que era a la vez maléfico y protector en la simbología egipcia.
Antiguamente Anubis era el gran soberano de la Duat, el mundo egipcio de los muertos. Sin embargo, después de ser asesinado por Seth y sus secuaces, Osiris resucitó gracias a Isis pero no pudo volver al mundo de los vivos, por lo que se quedó en el mundo de los muertos y, al ser más importante que Anubis, pasó a ser el primero al mando en el inframundo, encargándose a partir de entonces de juzgar a los muertos. Es así que Anubis pasa a ser la mano derecha de Osiris, el ejecutor de sus juicios y el encargado de las siguientes tareas: 1) Inicialmente embalsamar y cuidar los cuerpos de los faraones, ya que había recibido el título de “embalsamador de los dioses” tras ayudar a Isis en el embalsamamiento de Osiris; mas posteriormente, con la evolución de las creencias religiosas, Anubis pasó a ser el “dios de la momificación” y el encargado de acompañar al difunto (en general, ya no solo a faraones) ante el tribunal. 2) Imponer las manos al difunto para quitarle el corazón, poner un amuleto de escarabajo en el lugar del corazón y llevar el corazón al juicio para que sea pesado. 3) Vigilar junto a Horus la balanza en que se pesan los corazones durante el Juicio de Osiris. 4) Proteger a los sacerdotes embalsamadores. 5) Según ciertos textos, guiar al muerto en el más allá con la luz de la luna. 5) Satisfacer las suplicas de protección de los difuntos. 6) En la llamada “Baja Época”, ayudar en el cumplimiento de sortilegios amorosos a quienes solicitasen su favor para eso.
Osiris
Osiris es un dios egipcio de fertilidad, regeneración del Nilo, agricultura y vegetación. Pero, y sobre todo después del mito de su muerte y resurrección, Osiris pasó a ser un dios de muerte, de resurrección y de juicio sobre las almas de los difuntos. Por esas razones el mito susodicho es la piedra angular de la escatología egipcia y del nacimiento del papel moral de la religión egipcia, ya que es en él donde entran las ideas del bien (personificado en Osiris), del mal (personificado en Seth), de la resurrección de la divinidad y su triunfo sobre el mal y la muerte, y de la instauración de esa divinidad como instancia de juicio en relación al destino del hombre tras la muerte.
Cuenta el mito que fue el bondadoso y sabio Osiris el rey (en la mitología, no en la realidad) que civilizó Egipto enseñándoles a los hombres la agricultura, instaurando leyes justas y haciendo que adoren a los dioses, creando así una religión. Todo ello sin recurrir a la fuerza de la opresión.
Después de terminar su labor, Osiris se marchó a impartir sus enseñanzas a otros países, dejando a Isis como regente de Egipto. Sin embargo, cuando Osiris volvió, su envidioso hermano Seth y 72 compañeros suyos encerraron a Osiris en un cofre con su forma, echándolo después al Nilo para que se ahogara. Afortunadamente Isis buscó el cofre y la encontró, trayéndolo de vuelta, aunque no le sirvió de mucho pues Seth halló el cofre, sacó el cuerpo de Osiris y lo cortó en pedazos que esparció a lo largo de Egipto…
Sin darse por vencida, Isis recompuso el cuerpo y le devolvió la vida a Osiris, teniendo con él un hijo a través de la magia, ya que había encontrado todos sus pedazos excepto el pene. Ese hijo fue Horus, quien después vengó la muerte de su padre, derrocando a Seth y haciéndose con el mando de Egipto. Osiris, a pesar de haber resucitado, no pudo volver al mundo de los vivos y se fue al inframundo, transformándose en el juez de las almas y en el soberano de el más allá. Es por eso que, en la interpretación religiosa del mito, el faraón vivo se identifica (simbólicamente) con Horus y, al morir, con Osiris (simbólicamente también), bajo cuya forma es adorado. Aunque y en un nivel aún más general, Osiris es símbolo de inmortalidad y resurrección y es por eso que en cierta etapa del antiguo Egipto todo muerto se transformaba en Osiris.
Finalmente, en general a Osiris se lo representa momificado, con la piel verde, un cayado, un látigo o cetro y una corona; o bien, en su forma animal, Osiris aparece como un cocodrilo, un gran pez, un can, una garza o un toro negro llamado el “Toro de Occidente”, título éste que expresa su reinado en el inframundo ya que occidente es símbolo egipcio del más allá.
.Mitología azteca
Mictlantecuhtli
Mictlantecuhtli, cuyo nombre significa “Señor de Mictlan”, era para los aztecas el principal dios de los muertos y el soberano de Mictlan, la zona más baja de las nueve que conformaban el inframundo azteca.
Las formas en que se representaba a Mictlantecuhtli eran siempre macabras: un esqueleto cubierto de sangre o una figura humana con cabeza de cráneo y grandes dientes, a veces con globos oculares dentro de las cuencas. Cuando le ponían un tocado, éste estaba adornado con plumas de búho y banderas de papel, sus brazos solían aparecer en gesto agresivo (como para sugerir su predisposición a destrozar a quienes entren en su presencia) y a veces le colocaban sandalias para indicar su alto rango. Aunque lo peor de todo era el collar de ojos humanos que hacía juego con sus orejas de hueso, o la simbólica manera en que ciertos códices lo representaban con la enorme mandíbula abierta para recibir en sus fauces a las estrellas caídas durante el transcurso del día…
El culto a este dios era tan horrendo como su aspecto: en él, los participantes sacrificaban víctimas y consumían la carne de estos sacrificados en los alrededores del templo.
Al reino de Mictlantecuhtli (Mictlan) iban las almas de quienes morían de cualesquiera formas distintas de la muerte relacionada con el agua, de la muerte en combate, en parto o en sacrificio. Pero para llegar allí debían recorrer el largo y tormentoso “camino de los muertos”, descendiendo desde el primer nivel hasta el noveno, de ese modo, o bien no pasaban las pruebas y desaparecían, o bien perseveraban y hallaban descanso perpetuo (no felicidad) en el Mictlán, lugar comúnmente retratado como sombrío aunque, según el Sahagún (un texto de gran importancia), después de su viaje de oriente a poniente la divinidad solar (el sol) alumbraba la región de los muertos, trayendo el amanecer para los habitantes del inframundo.
Mictecacihuatl
La esposa de Mictlantecuhtli era Mictecacihuatl, quien junto a él gobernaba el Mictlan,  habitando una siniestra casa sin ventanas. Mictecacihuatl estaba asociada a las arañas, los búhos y murciélagos, todos ellos seres asociados a aspectos del inframundo como lo subterráneo y oscuro.
Dice el mito que Mictecacihuatl fue sacrificada de bebé, pasando por ello a convertirse en la Dama de los Muertos. Así mismo, los aztecas creían que ella vigilaba los huesos de los muertos y que presidia los festivales funerarios, creencia esta que sobrevivió parcialmente en el folclore popular de ciertas zonas de México en donde aún se la asocia a este tipo de tradiciones.
El aspecto de Mictecacihuatl es semejante al de su esposo, siendo por lo general representada con un cuerpo descarnado, una cabeza de calavera y una mandíbula abierta para devorar a las estrellas que caen a lo largo del día.
.Mitología maya
Yum Kímil
Conocido también como Ah Puch, Yum Kímil es el principal dios maya de la muerte y ostenta el título de “Amo de la muerte”. Él es el rey del Xibalbá, o del último nivel de los nueve del Xibalbá. La razón de aquella indeterminación está en el hecho de que “Yum Kimil” y “Ah Puch” son nombres que se han visto asociados a las distintas identidades que en las diversas versiones del mito maya se la ha dado a la personificación de la muerte. Así, en muchas fuentes no se deja en claro la dificultad para determinar quién mismo es Ah Puch o Yum Kímil, dificultad esta que la Dra. Martha Ilia Nájera Coronado (investigadora del Centro de Estudios Mayas de la UNAM) expresó muy bien en su artículo Del mito al ritual; estas fueron sus palabras: ‹‹Los principales dioses de la muerte se representan como seres antropomorfos, lo cual se debe a que su existencia en el panteón maya responde a la preocupación principal de ese pueblo por su propia muerte, de la que derivan las creencias sobre el destino final de los demás seres vivos. De estos  dioses relacionados con la muerte y el Inframundo, hay uno que es la muerte misma y que recibe varios nombres en las fuentes coloniales coloniales yucatecas: Ah Puch “El descarnado”, Kisin, “El flatulento” Hun Ahau “Señor Uno”, Yum Kimil “Señor de la muerte”; entre los quichés:   Hun Camé “Uno Muerte” y  Vucub Camé “Siete muerte”. Este dios en los códices tiene como imagen una calavera, un esqueleto o un cadáver humano en descomposición››
Dentro del susodicho artículo, la Dra. Martha también afirma que los dioses mayas del inframundo simbolizan a las diversas energías de la muerte, complementan a las fuerzas vitales del cosmos por su naturaleza y el lugar que habitan (opuesto y complementario al cielo), y tienen su gran teatro de influencias en la Tierra, donde junto con las fuerzas celestiales fijan la dialéctica destrucción-creación/vida-muerte. En este marco, Yum Kímil está asociado a la noche, a las enfermedades y, dentro del inframundo, particularmente al estrato más bajo de los nueve. Por último, algo poco sabido que la Dra. Martha aclara es que el dios maya de la muerte se representa con rasgos vitales (ojos bien abiertos, manos en determinada postura, etc) porque para los mayas, al igual que para otras civilizaciones antiguas de carácter animista, la muerte no es vista como la nada, el vacío o la simple ausencia de vida: es vista como una fuerza activa, como una energía que desempeña un papel antagónico a la vida dentro del cosmos, oponiéndose a ésta en una relación de complementariedad dialéctica necesaria para el equilibrio de la totalidad cósmica.
Ya en lo que son las tradiciones populares, se creía que Yum Kímil merodeaba en torno a las casas de los enfermos cara cazarlos  y conducirlos al Xibalbá. Su presencia en esos casos era perceptible a través del sonido de las campanas. Una vez que el temible dios estaba cerca, lo único que se podía hacer era gritar o llorar sobrecogedoramente para así confundir a Yum Kímil haciéndole pensar que estaba en el Xibalbá, tras lo cual él pasaba de largo.
.Mitología celta
Donn El Oscuro
A Donn se le conoce como Donn Firineach (“Donn de la verdad”) y como el “Rey Donn de las Hadas”, pero también como “Donn El Oscuro”, un dios de la muerte. Hay así tres personajes mitológicos en Donn. Los dos primeros parten del mito de la montaña de Donn, desde la cual él y sus ayudantes (las hadas) juntan nubes para advertir de manera infalible y siempre veraz que tal o cual episodio climático está por venir. Caso distinto es el de Donn El Oscuro, originado a partir de un antiguo relato épico.
Escatimando detalles, la historia cuenta que Donn era el jefe militar de los milesios durante la invasión a Irlanda efectuada para vengar la muerte del patriarca Mil. Sucedió así que los milesios estaban en cierta isla (cerca de las costas irlandesas) y que los irlandeses les habían dado tres opciones: someterse, presentar batalla, o permanecer nueve días en la isla y marcharse después. Ante eso y en base al juicio de Amirgin, la resolución fue que partirían tras nueve días pero regresarían después para desembarcar e invadir con más fuerza. Sin embargo cuando regresaban se desató un temporal y el barco de Donn se hundió a causa de unos fuertes vientos que surgieron y lo separaron del resto de la flota inmediatamente después de que Donn dijera: “pondré bajo el filo de espadas y lanzas a los guerreros que se encuentren en tierra ahora, solamente dejadme desembarcar”
De esa forma Donn y su tripulación perecieron cerca del islote Dumhacha, islote en el que posteriormente fueron enterrados. Por eso, con el tiempo el islote fue conocido como “La Casa de Donn”. A partir de eso surgió la leyenda-mito de que Donn se había instalado en la isla rocosa, advirtiendo que nadie llegaría al otro mundo sin pasar por su casa, la cual él ofrecía como lugar de descanso temporal a todos los que fallecían. Como se ve, el mito parte de una interpretación simbólica de la historia real, ya que la isla de Donn tiene de un lado las costas irlandesas y del otro lado el mar abierto, representando una cosa al mundo-destino de las almas y la otra al mundo de los vivos.
Morrigan
Morrigan es la diosa celta de la muerte, la guerra y la destrucción, pero también del amor, el sexo y la fertilidad. Ella es ciertamente una diosa compleja ya que en ella están las diosas Badb, Macha y Nemain, interpretadas generalmente como aspectos de Morrigan, una diosa que es madre, hija y amante, o doncella, madre y viuda.
El aspecto de Morrigan varía y hasta se cree que tiene la capacidad de cambiar de forma. No obstante, en base a los distintos aspectos de su naturaleza se la suele representar como una hermosa joven o una anciana hechicera, como una mujer guerrera llena de atavíos militares o como una corneja o un enorme cuervo, ya que según las historias míticas Morrigan se aparece en el campo de batalla como un cuervo gigantesco, aunque también a veces lo hace a la manera de un viento gélido que sigue al derramamiento de sangre.
A Morrigan se la solía invocar en medio de la batalla tocando cuernos de guerra, con lo cual se obtenía su protección, consistente no en un ataque directo de ésta al enemigo sino en su influencia (tendiente a debilitar y hacer fallar al adversario) en momentos claves de la batalla. Y es que, pese a su complejidad, Morrigan era primordialmente una diosa de la guerra y la muerte, por lo que a los cráneos de los caídos en batalla les llamaban “las bellotas de Morrigan”

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