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Periodista Guatemalteca escribe en su columna sobre la publicación del pastor Cahs Luna y su abominable negocio de la fe, mas detalles aquí

Breves aclaraciones de mi columna sobre Cash Luna

Respeto cualquier cosmovisión y sistema de creencias,. Respeto toda forma de sacralizar a Dios.
En mi columna de hace tres semanas intenté simplemente cuestionar por qué seguimos a algunos guías espirituales que construyen imperios financieros con nuestra fe. Mi intención nunca fue la de ofender ni calumniar. No tengo nada contra el pastor Cash Luna ni las iglesias evangélicas.

Definitivamente los guatemaltecos no estamos acostumbrados a que nos cuestionen ni hacer autocrítica. Se nos olvida que las preguntas son mucho y cuánto más importantes que las respuestas. Nunca olvidemos que es el espíritu crítico que hace posible el pensamiento y que ha forjado todas las corrientes filosóficas a lo largo y ancho de la historia.

A pesar de todas las cartas de apoyo y felicitación por dicha columna y las 2 mil 144 personas que pusieron el pulgarcito “Me gusta” de Facebook, y leyendo los casi mil comentarios del blog me doy cuenta de que es
probable que a muy pocas personas se les haya ocurrido imaginar cómo sería la vida si practicáramos una fe en la simpleza de la divinidad que podemos encontrar dentro de nosotros mismos, más que en las gigantes paredes de ciertos templos. Recrear nuestra espiritualidad alcanzando las metas materiales y emotivas que nos hemos propuesto en libertad y no bajo condicionamientos e impulsiones persistentes externas.

En defensa de Cash Luna, en el blog se escribieron curiosos comentarios como este: “solo Satán juzga”, “quien esté libre de pecado que lance la primera piedra”. Otros dicen que “Cash Luna está en todo su derecho de tener dinero, porque Jesús no era pobre, los reyes magos le regalaron oro”. Ese no era el punto de la columna. El punto es que cuestionemos a los hombres.

Respeto cualquier cosmovisión y sistema de creencias. Respeto toda forma de ofrendar y sacralizar a Dios. Lo que no respeto es la codicia humana que encuentra formas de lucrar con la fe de un pueblo en necesidad de ser guiado. No tengo nada en contra del pastor Cash Luna, solo quisiera un pueblo que piense por sí mismo y se cuestione. Las preguntas institución intrínsecas a nuestra naturaleza humana; quiénes somos, a qué venimos al mundo…

Se nos olvida también que una sociedad que se sabe pensar a sí misma, más allá de sus guías, es más libre. Y un pueblo que no piensa no sabe quién es, hacia dónde va ni qué quiere.

Los seres humanos nos creemos libres porque desconocemos todo aquello cuanto nos condiciona. “Los hombres necesitados no son hombres libres”. Mi pregunta sobre por qué seguimos a unos pastores y no a otros, quiso buscar respuesta a por qué damos las llaves de nuestra libertad a todo aquello que nos hace vivir en miedo.

La fe es otra cosa que no cuestiona los dogmas. La fe es quizá las calles y los paisajes que dan vida al alma de las sociedades. Lo que nos acerca a nuestro eterno retorno. A la más noble condición divina que puede existir en el espíritu humano. Lo preocupante de no cuestionar nuestros dogmas es la posibilidad de que otros se aprovechen de nuestras propias debilidades y necesidades humanas.

Los seres humanos no somos sino peregrinos del tiempo que bajamos una y otra vez a las colinas de nuestra inconsciencia, es ahí quizás donde a lo mejor hemos olvidado la divinidad que puede haber en nosotros, de dónde venimos. Y es tal vez más viendo las estrellas que escuchando a un pastor que transa a su iglesia que podemos recordar nuestra propia inmortalidad divina en la fe, vivir la fe en verbo más que en bonos, no es eso el “arte de vivir”, descubrir el lado oculto de la existencia.

Todas las tradiciones antiguas que forjaron el cristianismo y las otras religiones coinciden en un punto: la fe es aquello que da libertad no la que la coarta, y que la fe es un ensamble de lazos liberadores que une a los hombres para penetrar las tinieblas y descubrir la luz encendida. ¿Podemos dejar de vivir condicionados por nuestros miedos, encerrados en nuestros dogmas y fundamentalismos?

Para ejercer nuestra capacidad de seres expresivos, creativos socialmente y más allá de dar diezmos, establecerse en una espiritualidad más cercana que esté en la simpleza que hay en nosotros mismos y no en lo despilfarrador que hay en ciertos pastores?, ¿podemos no ser tan dogmáticos y atrevernos a cuestionar el mundo que nos rodea y a la vez nos construye?, ¿si fuéramos capaces de volar como cóndores o quetzales en la libertad de la fe hacia dónde trataríamos de elevarnos?, ¿estaríamos dispuestos a aceptar que la verdadera fe es la que da libertad y no la que la coarta?

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