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Dramáticas Confesiones de un Violinista que vendió su alma al diablo.

El Diablo entró personalmente en la historia de la música el año 1713: Giovani Papini 
“De todos los instrumentos el violín es el que prefiere el diablo” (Giovani Papini). Afectado por el síndrome de Marfan, Nicoló Paganini tenía desproporcionalmente largos los brazos en relación con el cuerpo. Durante la primera mitad del siglo XIX se rumoreaba que su defecto físico era causa de haberle vendido el alma al diablo con la petición de hacerlo el más grande violinista. A su muerte no se le dejó enterrar en tierra santa por creídos los rumores de su relación con el maligno. Aún en nuestros días La Risa del Diablo sigue reproduciéndose con tiento y poco desenfado tanto en conciertos como en la apertura de la serie El Avispón Verde.

El Trino del Diablo
Durante su estancia en un convento franciscano por una crisis de creatividad Giuseppe Tartini pasó varios días de insomnio hasta que una noche, en un sueño, se le apareció el diablo sentado a un lado de la cama tocando el violín. Después de interpretar una pieza hermosa y compleja el diablo se le quedó viendo y mientras lo
señalaba con el arco le dijo: ahora hazlo tú. Después de eso Tartini buscó reproducir la pieza por varios años logrando crear su obra “Il Trillo dil Diávolo”.

La pieza del Diablo
Otro de los satánicos es Franz Schubert. Pero al contrario de los anteriores violinistas este pianista fue un bohemio desenfadado. Sus piezas musicales son de las más complejas para los intérpretes experimentados. En su libroKafka en la Orilla Haruki Murakami retoma el concierto para piano en re menor. En palabras de uno de sus personajes “Nadie puede interpretar esta pieza, es imposible. Tal vez sea que está mal escrita o que solo está hecha para que la toque solo una persona”.
Para Giovani papini “Satanás más que un rebelde, es un enamorado desilusionado y celoso por no haber sido elegido por Dios, a pesar de su alta perfección para ser la segunda naturaleza de Cristo”

Jazz maldito
En el relato La Música de Erich Zann de H P Lovecraft  el protagonista se obsesiona patológicamente  por la el sonido de un violín.
“En adelante no hubo noche que no oyera a Zann, y, aunque su música me mantenía despierto, había algo extraño en ella que me turbaba. No obstante ser yo escasamente conocedor de aquel arte, estaba convencido de que ninguna de sus armonías tenía nada que ver con la música que había oído hasta entonces”.
Para algunos críticos tal vez era jazz la misteriosa música que llevó a la autodestrucción del protagonista.
“Un artista que no tenga algunas familiaridades con el Diablo, aunque no sea más que para desdeñarlo y dominarlo, no puede ser un verdadero artista”, dijo Giovani Papini

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