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La Importancia De Amar A Nuestros Enemigos

Testimonio

un domingo, como cualquiera,,,,encontramos,,tirado,,un individuo ,con los intestinos,expuestos,,de unas puñaladas que le dieron,, y lo dejaron tirado, pensando que estava muerto,,lo llevamos,,a la CRUZ ROJA,,, el medico,de apellido,QUINONEZ,,nos dice,,estoy solo y viene muy mal,,llevenlo a el hospital civil por favor,,,,le puso una savana humeda, y nos fuimos,,,en el hospital ,,salio el administrador don GLADIS,,y nos dijo,,el médico de guardia ,no,esta, salio a cenar,no lo puedo recibir,,y hay vamos para la CRUZ ROJA ,de vuelta,,yo le decia al herido,,aguanta,,carnal,,no te duermas,y el medecia,,ya no aguanto,me boy a morir,,dile a mis hijos que los quiero,por favor,,y yo le decia, aguanta,,en la CRUZ ROJA, nos dice el medico,llevenlo al sanatorio SANTA ELENA,ya hable por telefono para que lo reciban,,en el SANTA ELENA lo bajamos,, y cuando ya nos ivamos,,nos alcansa y nos dice,,hey,,muchachos,,,regresemoslo porfavor a la CRUZ ROJA,,ya tienen listo el quirofano, lo vamos a operar de emergencia,,,cuando lo pusimos en el quirofano,,el vato,,me apreto de mi mano y murio,,no, lo conocia,,pero pude darle su mensaje a su esposa y sus hijos,,DESGRACIADAMENTE ESTE TIPO DE DOCTORES EXISTEN,,GENTE DESHUMANIZADA,,OJALA,,NUNCA NOS TOQUE CON UNO COMO ESTE,,,,,,,,,ES TODO..
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Si usted dice no tener enemigos, me gustarĂ­a hacerle una oferta. Deseo contratarlo para que escriba un libro explicando como usted ha llegado tan lejos en esta vida sin tener aunque sea una sola persona que este en contra suya. Su libro seguramente ha de ser un Ă©xito editorial.
Usted podría describir como nadie ha estado jamás celoso, envidioso u hostil hacia usted. Podría explicar como nadie ha tratado de interrumpir sus planes, dañar sus metas o desviar su futuro. Usted podría decir como jamás nadie le ha hecho daño, lo ha alejado de su deseo, o tramado una ofensa contra usted.
No deseo ser frívolo o sarcástico. Pero, el hecho es, que estas cosas son las que hacen que alguien sea su enemigo y cada uno de nosotros hemos tenido por lo menos una de estas experiencias.
Claro esta, cada cristiano enfrenta un enemigo en Satanás. JesĂşs nos dice que Ă©l es el enemigo que siembra la cizaña en nuestras vidas. (Ver a Mateo 13:39). Del mismo modo, el apĂłstol Pedro nos advierte sobre Satanás: “Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo, como leĂłn rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8).
Sin embargo, JesĂşs lo dice bien claro que no tenemos porque temer al diablo. Nuestro Señor nos ha dado todo poder y autoridad sobre Satanás y sus fuerzas demonĂ­acas: “He aquĂ­, les doy poder para hollar serpientes y escorpiones, y todo poder sobre el enemigo; y nada les hará daño” (Lucas 10:19). Cristo declara que la batalla con Satanás ya ha sido ganada. Tenemos poder dentro de nosotros mismos para resistir cualquier treta del diablo para devorarnos.
Deseo que nos enfoquemos en nuestras tribulaciones con enemigos humanos - oponentes de carne y sangre, personas que viven o trabajan a nuestro lado. Ustedes ven, cuando Pedro usa la palabra “devorar,” la palabra griega significa “tratar de tragarte de cualquier forma de un solo bocado.” Pedro esta hablando sobre un tema singular – una batalla, tribulaciĂłn o tentaciĂłn – que puede tragarte y llevarte a depresiĂłn, miedo o desánimo.
Usted puede testificar de haber obtenido una gran victoria en Cristo. Puede haber resistido exitosamente todas las tentaciones y deseos viles, toda la lujuria y materialismo; todos los amores de este mundo. Pero, al mismo tiempo, usted puede ser devorado por una lucha continua con un enemigo humano. Alguien que se ha levantado en contra suya – manifestando envidia y amargura, mal interpretando sus acciones y motivos, dañando su reputaciĂłn, oponiĂ©ndose a usted en cada esquina, buscando destruir el propĂłsito de Dios en su vida.
El ataque de esta persona hacia usted le ha robado su paz. Usted ha tenido que pasar tiempo precioso explicándose a usted mismo y defendiendo sus acciones. Y después de un tiempo, el conflicto comenzó a consumir sus pensamientos, costándole a usted muchas noches de insomnio. Ahora usted ve que esto esta afectando a su familia, sus relaciones, hasta su propia salud física.
Si esto le describe a usted, entonces usted ya ha sido devorado por un enemigo – ha sido tragado por una tribulaciĂłn que le trajo su adversario humano.  
El Antiguo Testamento parece apoyar nuestrasesperanzas secretas que Dios juzgará
a nuestros enemigos

La ley del Antiguo Testamento pide venganza – ojo por ojo, diente por diente. Este mensaje parece ser “TĂş viste lo que mi enemigo me hizo, Señor. Ahora, persĂ­guelo.”
Es fácil para nosotros entender esta actitud segĂşn aprendemos sobre los enemigos horribles de Israel. El grito de guerra de los egipcios era “Yo perseguirĂ©, lo vencerĂ© y dividirĂ© su tesoro; mi venganza será satisfecha sobre ellos; sacarĂ© mi espada, mi mano los destruirá.” (Éxodo 15:9). Y Dios era fiel para vengar a Israel de sus enemigos: “Soplaste con tu viento; los cubriĂł el mar; se hundieron como plomo en las impetuosas aguas (15:10). “Extendiste tu diestra; la tierra los tragĂł.” (15:12).
Puedo escuchar a algunos cristianos decir: “Eso es lo que deseo que Dios haga a mis enemigos. Que los derribe y se los trague. DespuĂ©s de todo ellos me han hecho como los egipcios le hicieron a Israel. Ellos me han perseguido, me han cegado y me han vencido. AsĂ­ que tengo bases bĂ­blicas para pedirle a Dios que los sople lejos de mĂ­.”
Sin embargo, si tratamos de tomar consuelo en la forma en que se trataba a los enemigos en el Antiguo Testamento – aun nuestros enemigos que no están salvos – nos ponemos otra vez bajo la esclavitud de la ley.
David hizo unos comentarios fuertes sobre sus enemigos. Él le rogĂł a Dios “Se avergonzarán y se turbarán mucho todos mis enemigos; se volverán y serán avergonzados de repente. (Salmo 6:10). Él estaba diciendo: “PersĂ­guelos, Señor – no permitas que duerman, por lo que ellos me hicieron a mĂ­.”
“Porque no me afrentĂł mi enemigo, lo cual habrĂ­a soportado; ni se alzĂł contra mĂ­ el que me aborrecĂ­a, porque me hubiera ocultado de Ă©l; sino tĂş, hombre, al parecer Ă­ntimo mĂ­o, mi guĂ­a y mi familiar; que juntos comunicábamos dulcemente los secretos y andábamos en amistad en la casa de Dios.” (Salmo 55:12-14).
David decĂ­a en esencia, “Si este hubiera sido cualquier persona ordinaria, no hubiera sido tan grave. Pero era mi amigo Ă­ntimo y hermano y todo esto era muy difĂ­cil de sobrellevar.”
Creo como muchos estudiosos de la Biblia que el amigo que traicionó a David fue Ahitofel, su consejero y confidente. Estos dos hombres buscaban la opinión del otro en cada situación de su vida. Cada vez que David iba a la casa de Dios a adorar, Ahitofel estaba a su lado, actuando como un oráculo de Dios a David. Y David compartía su corazón abiertamente con Ahitofel, pensando que este era un amigo espiritual.
Sin embargo, este mismo Ahitofel – que parecĂ­a tan sabio y espiritual, sin engaño tan dedicado a David y a su causa – de repente fue en contra del rey, y se hizo su enemigo. De hecho, Ahitofel se puso tan amargamente en contra de David que tratĂł de poner personas en contra de Ă©l. Tanto asĂ­, que reclutĂł a AbsalĂłn, el propio hijo de David, en un plan para matarlo.
David se quejĂł, “Los dichos de su boca son más blandos que mantequilla; pero guerra hay en su corazĂłn; suaviza sus palabras mas que el aceite, mas ellas son espadas desnudas.” (Salmo 55:21). Lo que Ă©l decĂ­a era: “Yo pensĂ© que Ahitofel era mi amigo. Hablaba tan piadosamente, me decĂ­a lo que era mejor para mĂ­. Pero entonces enterrĂł un puñal en mi espalda.
Esa terrible traiciĂłn hizo que David siempre estuviera mirando por encima de su hombro. Él dijo: “Todos los dĂ­as ellos pervierten mi causa; contra mĂ­ son todos sus pensamientos para mal. Se reĂşnen, se esconden, miran atentamente mis pasos como quienes acechan a mi alma.” (Salmo 56:5-6). David gemĂ­a, “Ellos velan cada movimiento mĂ­o, esperando para engañarme.”
De ese dolor terrible, depresiĂłn e ira, David clamĂł impetuosamente: “Deja que la muerte los acose, y deja que ellos bajen hasta el Seol: porque su maldad esta en sus aposentos, y entre ellos” (55:15). Él decĂ­a, en otras palabras, “Mata a este traidor, Señor. No dejes que viva sus dĂ­as. EnvĂ­alo al infierno por lo que me ha hecho.”
Y asĂ­, mientras David decĂ­a esto, Ă©l se representaba como inocente. El testificaba, “Yo buscarĂ© al Señor…en la tarde, en la mañana, al medio dĂ­a, orarĂ© (55:16-17). David decĂ­a, “Señor, tu sabes que he hecho todo para agradarte. No he tocado a este hombre – pero Ă©l se ha vuelto en mi contra. Él mismo se ha hecho mi enemigo.”
Estas son las palabras del mismo rey santo que llorĂł cuando su enemigo asesino, SaĂşl, fue muerto en batalla. David desgarrĂł sus vestidos en tristeza y llamĂł a sus amigos para que ayunaran y oraran, llorando, “Un gigante de Israel ha caĂ­do. SaĂşl era un hombre precioso de Dios.” Sin embargo, ahora, David, dijo de Ahitofel, su amigo previo, “Mátalo Dios y mándalo al infierno rápido.” Entonces justifico su actitud diciendo, “Soy un hombre de oraciĂłn. Estoy siempre de rodillas”
¿Cuántas veces nosotros los cristianos somos como David? En nuestro horrible dolor y depresiĂłn, clamamos santurronamente, en justicia propia, contra nuestros enemigos, “Señor, no los dejes vivir ni un solo dĂ­a más.” 
¿Ha sentido usted alguna vez la traiciĂłnde un amigo Ă­ntimo?
Quizás conozca a alguien que una vez le dijo a todo el mundo cuanto le amaba a usted. Pero entonces, zing – ese amigo le entierra un puñal en la espalda. Él se fue en su contra y ahora busca herirle a usted.
Puede que usted este separado o divorciado de su pareja y ahora su cĂłnyuge esta apuñalándolo. En un tiempo usted estaba convencido que su cĂłnyuge le amaba y respetaba. Estuvo a su lado en el altar, jurando ser suyo(a) por el resto de sus vidas. En esos primeros dĂ­as, sus palabras eran tiernas y amorosas, y usted pensĂł, “Estamos tan unidos. Él (ella) es mi mejor amigo(a).”
Pero ahora, Ă©l (ella) le ha abandonado, quizás por otra persona. Y ahora le reprocha – le habla palabras suaves mientras que a espaldas suyas, trata de destruirle. Usted se duerme llorando, pensando, “Yo pensĂ© que le conocĂ­a. ¿CĂłmo pudo cambiar de esta forma?”
A lo mejor, su enemigo es un amigo Ă­ntimo y personal – quizás un asociado en el ministerio o un compañero de trabajo cristiano. En un tiempo, este amigo parecĂ­a santo y sincero; y usted confiaba en Ă©l. Pero, de repente, sin ninguna razĂłn aparente, se volviĂł en contra de usted. Usted no hizo nada para que se volviera en su contra. De hecho, aunque Ă©l le sigue haciendo daño, usted se ha mantenido amistoso. TodavĂ­a, usted no puede creer el veneno que Ă©l le inflige a otros sobre usted – mentiras, palabras hirientes, manipulaciones. Y la herida duele aun más profundamente porque esa persona era su amiga.
Algunos lectores preguntaran, ¿Esas cosas realmente suceden en el cuerpo de Cristo? No se como esto puede ser cierto de un cristiano”. Me entristece decirlo, todo esto es cierto.
Yo conozco a un piadoso hombre de negocios que fue invitado a servir en la junta directiva de una organizaciĂłn cristiana. En su primera reuniĂłn se sorprendiĂł de la polĂ­tica y las peleas que Ă©l mismo vio. Me llamo, sorprendido y confundido, preguntando: “¿Esto sucede en cada ministerio? Yo espero que esto suceda en el mundo de los negocios pero me disgusta lo que vi y escuchĂ© entre estos hombres. No pueden sentarse en el EspĂ­ritu de Cristo y resolver sus desacuerdos.”
Le digo que es imposible ser verdaderamente santo sin una obediencia total a lo que el Señor nos ordena que nos amemos unos a los otros. JesĂşs les dijo: “Toda la ley se cumple en esto -- Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazĂłn y a tu prĂłjimo como a ti mismo.” (Ver Mateo 22:37-40). Ciertamente, Dios prueba nuestro amor por Ă©l por el amor que mostramos a nuestros hermanos y hermanas cristianas. “Si alguno dice: Yo amo a Dios y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cĂłmo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1 Juan 4:20).
Usted puede cantar alabanzas a Dios en la iglesia, puede servir comida a los desamparados – pero si usted carga un solo resentimiento contra cualquiera, su amor por Dios es en vano. La escritura dice que si usted guarda mal en su corazĂłn hacia otra persona, usted es un verdadero hipĂłcrita en los ojos de Dios.
Amar a aquellos que nos han herido no es una opciĂłn, sino una orden. “Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a los otros, como nos lo ha mandado.” (1 Juan 3:23). “Esto os mando: Que os amĂ©is unos a otros” (Juan 15:17).
Usted podrá protestar, “Señor, yo te servirĂ©, te exaltarĂ©, te adorarĂ© y me sacrificarĂ© por ti – pero no esperes que yo deje de sentirme herido. Si tĂş entendieras la profundidad de este dolor que he pasado, no me ordenarĂ­as que hiciera esto. Esta muy afuera de mis habilidades.”
No – esta dentro de su habilidad de poder hacerlo. JesĂşs dice que Ă©l nos ha dado poder a todos sobre el enemigo. Su Santo EspĂ­ritu nos da el poder para perdonar, aun cuando hemos sido profundamente heridos.
Usted ve, como miembros del cuerpo de Cristo, debemos reaccionar de acuerdo a las directrices que nos ha dado nuestra cabeza, JesĂşs. Piense en esto: ni un solo dedo de su mano se mueve, ni su párpado pestañea, sin que sea dirigido por su cerebro. AsĂ­, que si Cristo es nuestra cabeza, entonces todos sus miembros deben moverse de acuerdo a sus pensamientos. Y Ă©l ha expresado claramente su pensamiento sobre este asunto: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios tambiĂ©n os perdonĂł a vosotros en Cristo.” (Efesios 4:32).
¿Esta usted actuando de acuerdo a la sabidurĂ­a de Cristo? ¿O se ha convertido usted en su propia cabeza, independiente de Ă©l? ¿Ha perdonado usted a sus enemigos en amor, asĂ­ como JesĂşs le ha perdonado a usted? ¿O usted todavĂ­a guarda rencor o resentimiento haciendo que sus pecados se vayan amontonando en contra suya? 
Tengo un fuerte aceite de castorespiritual para usted.
A menudo, el orden de Dios de amar a nuestros enemigos parece medicina amarga y con sabor horrible. Pero, así como el aceite de castor que yo tuve que tragar cuando joven, es medicina que sana. Muchos cristianos no están dispuestos a tomar de esta medicina. La ven expresada en las escrituras pero raramente responden a ella. Ellos se sienten justificados en despreciar a sus enemigos.
JesĂşs establece claramente: “OĂ­steis que fue dicho: Amarás a tu prĂłjimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;” (Mateo 5:43-44).
¿Estaba JesĂşs contradiciendo la ley aquĂ­? De ninguna manera. Él estaba revocando el espĂ­ritu de la carne que habĂ­a entrado en la ley. En ese tiempo los judĂ­os solo amaban a otros judĂ­os. Un judĂ­o no podĂ­a darle la mano a un gentil o tan siquiera permitir que su manto rozara con la ropa de alguien que no era judĂ­o. Pero este no era el espĂ­ritu de la ley. La ley era santa e instructora. “Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan; y si tuviere sed, dale de beber agua; porque ascuas de fuego amontonaras sobre su cabeza y Jehová te lo pagará.” (Prov. 25:21-22).
JesĂşs tambiĂ©n se refiriĂł a la ley del Antiguo Testamento en referencia a heridas y golpes. El dijo: “OĂ­steis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente, pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuĂ©lvele tambiĂ©n la otra.” (Mateo 5:38-39).
Bajo la ley de MoisĂ©s, cualquiera que causara un daño debĂ­a ser compensado en la misma manera – herida por herida, golpe por golpe. Sin embargo, esto no podĂ­a ser asĂ­ bajo el ministerio de gracia de Cristo. Verdaderamente, la orden de JesĂşs que amáramos a nuestros semejantes tambiĂ©n incluĂ­a aun a nuestros enemigos.
Usted preguntará, “¿Debemos amar a personas malas, - doctores que practican abortos, polĂ­ticos sin escrĂşpulos, homosexuales que proclaman que JesĂşs era homosexual? ¿Acaso la Biblia no establece que debemos estar en contra del pecado y que debemos con toda nuestra fuerza resistir a los malos?” Si, lo dice. Pero debemos resistir las obras malas de esta gente sin odiar a su persona.
Usted deseará declarar la oraciĂłn de David: “¿No odio, oh Jehová a los que te aborrecen, y me enardezco contra tus enemigos? Los aborrezco por completo; los tengo por enemigos.” (Salmo 139:21-22). Aun asĂ­, hasta David finalmente descubriĂł el espĂ­ritu grato de la ley. Él aprendiĂł que es posible odiar a lo maligno en alguien sin odiar a la persona. Él escribiĂł: “…Aborrezco la obra de los que se desvĂ­an;…” (Salmo 101:3). “…he aborrecido todo camino de mentira” (119:104). “La mentira aborrezco y abomino;” (119:163).
Considere el ejemplo de JesĂşs. Ă©l enfrentĂł la combinaciĂłn del mal en todo poder significante de sus dĂ­as – oficiales de gobierno, lĂ­deres polĂ­ticos y eclesiásticos. Todos ellos se hicieron enemigos de JesĂşs, formando barreras malignas contra Ă©l. Aun en la cima de su dolor, al borde mismo de la muerte—JesĂşs orĂł, “Padre, perdĂłnalos” (Lucas 23:34).
Esteban tuvo todo el derecho de resistir a los que le apedrearon. Él pudo haber apuntado el dedo a aquellos lĂ­deres corruptos y pudo haber dicho: “Los verĂ© el dĂ­a del juicio. Ustedes no se saldrán con esto. Dios va a castigarles por este pecado.” Pero, en vez de eso, Esteban siguiĂł el ejemplo de JesĂşs. Él orĂł, “Señor, no les tomes en cuenta este pecado.” (Hechos 7:60).
Cuando Miriam se levantĂł para quejarse en contra de su hermano, MoisĂ©s, ella cometiĂł un pecado digno de muerte. Y Dios fue fiel para vengar a MoisĂ©s, dándole lepra a su hermana. Sin embargo, MoisĂ©s no se regocijĂł por el sufrimiento de Miriam. Se entristeciĂł su corazĂłn y le rogĂł a Dios que la sanara: “Te ruego, oh Dios, que la sanes ahora.” (NĂşm. 12:13).
Pablo fue halagado por hipĂłcritas quienes luego le insultaron, abusaron, y vituperaron. Gente de todos lo espectros opusieron a Pablo – polĂ­ticos perversos, sociedades enteras, y sodomitas romanos, que le odiaban por oponerse a sus practicas homosexuales. Hasta iglesias se levantaron en contra de Ă©l. Maestros airados, celosos de las revelaciones que recibĂ­a Pablo, se burlaban y le citaban equivocadamente. Otros le acusaban de manejar mal el dinero.
No se equivoque – Pablo odiaba el pecado de ellos. Sus traiciones le entristecĂ­an y Ă©l hablo en contra de su maldad. Pero nunca dejo de amarles o de orar por sus almas. Él testificaba: “… nos maldicen y bendecimos; padecemos persecuciĂłn y la soportamos. Nos difaman, y rogamos;” (1 Cor. 4:12-13). Pablo seguĂ­a el ejemplo de JesĂşs. AsĂ­ como Pedro escribiĂł de Cristo, “quien, cuando le maldecĂ­an, no respondĂ­a con maldiciĂłn; cuando padecĂ­a, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; (1 Pedro 2:23).
Podemos odiar las acciones inmorales de aquellos que están en el gobierno. Podemos odiar los pecados de los homosexuales, los abortistas y todos los que odian a Cristo. Pero el Señor nos manda a amarles como personas – personas por las cuales JesĂşs muriĂł. Y Ă©l nos manda a que oremos por ellos.
Muchas veces, sin embargo, hacemos chistes a expensa de ellos. Yo he contado y me he reído de muchos chistes acerca de nuestro Presidente. Creo que su posición sobre el aborto en el último término es una abominación en los ojos de Dios y hace que mi sangre hierva. Pero eso no me excusa a mí de tomar seriamente su alma eterna. Si en cualquier momento yo aborrezco a una persona en vez de los principios detrás de esa persona, entonces yo no estoy verdaderamente representando a Cristo.
Yo creo que el nombre de JesĂşs ha sido deshonrado por la manera que muchos cristianos han reaccionado a los hacedores de maldad. Hemos injuriado a aquellos por los cuales debemos estar orando. Los que se llaman creyentes han bombardeado las clĂ­nicas de aborto, han asesinado a doctores abortistas, y han sacudido sus puños a marchantes homosexuales. Nada de eso es el EspĂ­ritu de Cristo. Nuestro poder esta sobre nuestras rodillas, no en sacudir nuestros puños o rebajarnos con juicios airados. 
Ahora vamos a hablar de esos enemigosdentro de la iglesia.
¿CĂłmo debemos reaccionar hacia cristianos que se han hecho enemigos nuestros? JesĂşs nos manda a amarlos, haciendo tres cosas: 1. BendiciĂ©ndolos. 2. HaciĂ©ndoles bien. 3. Orando por ellos. “…Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen y orad por los que os ultrajan y os persiguen;” (Mat. 5:44).
Revisemos nuestras vidas a la luz de estas tres cosas para ver si estamos siendo obedientes a Cristo, nuestra cabeza:
“Bendecid a los que te maldicen.” ¿QuĂ©, exactamente, quiere decir bendecir? La palabra griega bendecir aquĂ­ implica, “hablar solo lo que es bueno y edifica, en voz alta, con la boca.” No tan solo debemos pensar cosas buenas de nuestros enemigos, sino que tambiĂ©n debemos decirlas abiertamente.
Ciertamente, yo he fallado en este mandato. Recuerdo en una ocasión cuando alguna gente que yo amo mucho se levanto en contra mía, persiguiéndome y reprochándome. Fue el peor dolor que yo he sufrido, consumiendo mis pensamientos día y noche. Cada vez que tenía la oportunidad, yo me desahogaba con cualquiera que me quisiera escuchar.
Un dĂ­a una pareja muy querida en el ministerio nos invitĂł a mi esposa, Gwen y a mĂ­ a almorzar. Tan pronto nos sentamos, comencĂ© a desahogar mi pena y carga sobre ellos. Les contĂ© cada detalle de mi dolor – cada mentira que fue dicha, y todas las heridas que habĂ­an sido infligidas. Esa pareja nunca supo lo que les habĂ­a tocado. Una hora más tarde se fueron aturdidos. Cuando mire a Gwen, vi desaliento en sus ojos. AhĂ­ fue cuando me di cuenta – yo habĂ­a hablado todo el tiempo.
Supe despuĂ©s que esta pareja querida estaba sufriendo – y esa era la razĂłn por la cual estaban desesperados por reunirse con nosotros. Sin embargo, yo nunca les pregunte como estaban. Ellos no pudieron decir ni una palabra – y se fueron vacĂ­os, secos y sin edificar. Si tan solo yo hubiera obedecido el mandamiento de JesĂşs de bendecir a mis perseguidores hablando bien de ellos, esta pareja pudo haber sido bendecida. Al contrario, se fueron entristecidos en su espĂ­ritu.
“Haz bien a aquellos que te odian.” ¿QuĂ© quiere decir que hagas bien a aquellos que se nos oponen? El significado en griego implica “honestidad mas recuperaciĂłn.” JesĂşs esta diciendo en esencia, “Haz todo en tu poder para conseguir la sanidad de tu enemigo y su recuperaciĂłn de la trampa de Satanás. Sabes que lo que esta persona te está haciendo es maligno. Pero tu enfoque no debe estar en tu propio dolor sino en el engaño del alma de tu enemigo.”
En realidad, Cristo nos esta ordenando a visualizar la condiciĂłn de la condenaciĂłn del alma de nuestros perseguidores. No debemos consolarnos pensando que Dios algĂşn dĂ­a va a vengarse de sus pecados en contra de nosotros. Al contrario, debemos orar por ellos. Debemos tratar de derribar cualquier pared que les pueda condenar y poner delante todo esfuerzo para construir un puente hacia ellos.
JesĂşs prometiĂł, “A quienes remitieres los pecados, le son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.” (Juan 20:23). “Remitir” significa olvidar totalmente, renunciar, poner a un lado. Claro que nadie puede remitir los pecados de alguien contra Dios. Solo Cristo puede hacer esto, a travĂ©s de su obra en la cruz. Pero podemos remitir aquellos pecados que han sido cometidos contra nosotros. JesĂşs esta diciendo, “Si tĂş remites ese pecado contra ti, yo lo remitirĂ© en el cielo. Perdonare a tu enemigo por ti.”
“Ora por los que te usan y te afrentan.” Vemos esta orden ilustrada en las responsabilidades del sumo sacerdote. Primero, la ley requiriĂł que un sacerdote hiciera el sacrificio y lo pusiera en el altar, para tratar con el pecado de la gente. Y segundo, el sacerdote debĂ­a orar por la congregaciĂłn y actuar como intercesor de ellos.
Este trabajo sacerdotal fue demostrado en la cruz. JesĂşs hizo ambas cosas: Primero, hizo un sacrificio por el pecado con su propio cuerpo. Luego, orĂł por el perdĂłn de la gente, incluyendo a sus propios perseguidores.
Y ahora mismo, Cristo esta intercediendo por sus enemigos. “Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, Jesucristo el justo.” (1 Juan 2:1). JesĂşs es un abogado aun para aquellos que te han perseguido y abusado. AsĂ­, que si Ă©l esta intercediendo por sus almas, ¿cĂłmo puedes seguir siendo su enemigo? Es simplemente imposible. 
¿Cuán importante es perdonar y bendecira nuestros enemigos?
Pablo escribe, “Dejad lugar a la ira de Dios” (Ro. 12:19). En resumen, Ă©l esta diciendo, “Sufre lo malo que te hagan. RĂ­ndelo y sigue adelante. Ten vida en el EspĂ­ritu.” Pero si rehusamos perdonar las heridas que nos han hecho, tenemos que encarar las siguientes consecuencias:
  1. Nos haremos mas culpables que la persona que nos hiriĂł.
  2. La misericordia y gracia de Dios hacia nosotros serán cortadas. Entonces, según las cosas comienzan a marchar mal en nuestras vidas, no entenderemos porque estamos en desobediencia.
  3. Las vejaciones de nuestro perseguidor contra nosotros continuaran robando nuestra paz. El se convertirá en el triunfador, teniendo éxito en darnos una herida permanente. Y se irá riéndose mientras nosotros continuamos hirviendo en ira.
  4. Porque Satanás triunfa en llevarnos a pensamientos de venganza, podrá entonces dirigirnos a pecados de mortandad y cometeremos transgresiones mucho más terribles que estas.
El escritor de los Proverbios aconseja, “La cordura del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la ofensa.” (Prov. 19:11). En otras palabras, debemos hacer nada hasta que nuestra ira haya pasado. No debemos hacer una decisiĂłn o dar seguimiento a cualquier acciĂłn mientras estamos airados.
Además, traemos gloria a nuestro padre celestial cuando ignoramos heridas y perdonamos los pecados hechos a nosotros. Cuando hacemos esto nuestro carácter se edifica. Ya hemos leĂ­do que si reaccionamos como JesĂşs lo hizo, “Jehová te lo pagará.” (Prov. 25:22). Cuando perdonamos como Dios perdona, Ă©l trae revelaciĂłn de favor y bendiciĂłn como nunca hemos conocido.

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