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¿Por qué dice en Eclesiastés 9:5 que los que mueren nada saben y que su memoria es puesta en olvido? por el Dr Jack Fleming


RESPUESTA
El libro de Eclesiastés es un libro que contiene una frase que se repite unas treinta veces, y que es la clave para una correcta interpretación de este hermoso libro sagrado: "Debajo del sol".
Es la apreciación desde la perspectiva del hombre quien está "debajo del sol", es decir, aquí en la tierra. El hombre sin la revelación de Dios, no podría saber que sucede más allá de la muerte, él solamente ve que todos mueren y luego la sociedad continúa su vida y pronto el difunto pasa al olvido y de él no hay más memoria.

Dios nunca ha permitido que un muerto se comunique con los que viven en la tierra, esto hecha por tierra todas las supuestas apariciones de santos y vírgenes de la antigüedad, o de supuestos familiares que dejaron este mundo y "vuelven" con algún mensaje. El animismo, que es la creencia de la posible comunicación con los muertos, es una ideología oriental y que el catolicismo ha incorporado en occidente, pero es absolutamente condenada por la Palabra de Dios (Dt.18:11, Lv.20:27). La Biblia es categórica para afirmar que entre Dios y los hombres existe únicamente UN SOLO MEDIADOR, Cristo Jesús (1Tm.2:5).
De los que murieron nunca más se supo aquí en la tierra. Por esta razón el común de la gente, de los que viven "debajo del sol", es decir, en este mundo, nada más vuelven a saber de ellos.
Pero hoy, a la luz de la revelación del Nuevo Testamento y por lo que sabemos de los mismos labios del Señor Jesucristo, los creyentes e hijos de Dios tenemos un conocimiento mucho más amplio de lo que hay más allá de la muerte.
En Lc. 16 el Señor descorre por un momento el velo de la eternidad y nos muestra lo que hay más allá de la muerte. No voy a entrar en detalles sobre discusiones estériles si ese relato corresponde a una parábola o es una historia real, porque me alejaría del tema central de la pregunta, pero creo firmemente que es un relato que el Señor Jesucristo, cual Dios eterno contempló; aunque si alguien quiere considerarlo una parábola, en nada pierde su enseñanza que Jesús quiere entregarnos.
Allí deja en claro que después de la muerte física, continuamos plenamente concientes en nuestro "yo" que no se aloja en el cerebro ni en ningún órgano corporal, sino en nuestra alma. Nuestra alma es el "yo" que sigue viviendo separado de nuestro cuerpo hasta el día que Dios llame a la resurrección, unos para vida eterna con cuerpos de gloria, y a los otros para condenación eterna después de mostrarles en un juicio público (en el gran trono blanco) todas sus obras por las cuales fueron condenados.
En el relato que nos hace el Señor Jesucristo de aquellos que partieron de este mundo y pasaron por la muerte a la condenación eterna, no es que están en un estado de inconciencia, muy por el contrario, se encuentran absolutamente concientes de su condición e incluso de lo que les espera a sus propios familiares (que también recuerdan), y que están sin la salvación que Dios ha ofrecido.
También en Apocalipsis 6:9 encontramos una referencia a la plena conciencia de los que murieron con la salvación que Dios les regaló. El alma corresponde a nuestra persona separada del cuerpo terrenal, y como tal, con absoluta conciencia de quienes somos y donde estamos. El creyente parte para estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor, como lo asegura el apóstol Pablo:
Gál.1:21 y 23 "Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia...teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor".

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