Doña Consuelo Loera viuda de Guzmán dice estar confiando en el Todopoderoso: "Confío en Dios, que él me lo proteja y como digo que toque sus corazones de esas autoridades que lo tienen detenido y un día reconozcan que ellos también tienen un Dios que les perdone. Si él ha faltado en algo o ellos están equivocados, también que Dios los perdone".
La entrevista tiene lugar en La Tuna, Sinaloa, la casa en lo alto de la Sierra de Badiraguato, ahí está un letrero del salmo 34, versículo 13 de la Biblia: "Cuida tu lengua del mal y tus labios de hablar engaño. Apártate del mal, haz el bien, busca la paz y síguela".
Junto está una iglesia para unos cien feligreses, ahí celebran el culto los fines de semana, es un lugar bello hecho con toda la mano.
Es este el sitio donde naciera y creciera Joaquín Guzmán Loera, quien en Estados Unidos ha sido declarado enemigo público número uno y a quien la revista Forbes le calificara como uno de los hombres más ricos del mundo, producto del narcotráfico.
Allá le llaman el capo de capos. Pero aquí no es nada de eso. Poder hablar con la única habitante de la casa en lo alto de la colina que domina el poblado de cincuenta casas, es la asignación.
"Yo como madre siempre estoy pidiendo por su bienestar de él y que recuerde que yo como madre estoy sintiendo lo que a él le está pasando, pero tengo un Dios que me ayuda y me fortalece y me da las fuerzas".
Ajena a lo que afuera de La Tuna se dice del mayor de sus once hijos, una anciana bondadosa, doña Consuelo Loera viuda de Guzmán, piensa como madre.
"Les pido a las autoridades que me lo cuiden y que todo lo que puedan hacer en bien de él lo hagan. Dios se los recompensará un día cuando Dios los llame a cuentas".
Mujer religiosa que vive de acuerdo con lo que predica, doña Consuelo aceptó hablar con nosotros. En principio era solo una reunión con esta corresponsal, pero por un golpe de suerte, desembocó en una entrevista sentadas ahí en la intimidad de su austera recámara, ausente totalmente de lujos.
¿Cómo se siente usted ahora?, le pregunto, toda vez que desde el día de la re-aprehensión de su hijo tuvo una subida de presión arterial.
En la plática previa de hora y media, su corazón de madre era el mismo de cualquier otra con un hijo en la cárcel acusado de graves delitos.
Usted me dijo hace un momento doña Consuelo que uno como madre los cría, como padre los cría...
"Uno los cría y mientras que están bajo su responsabilidad de uno, uno sabe, verdad. Ya que no dependen de uno, ellos se salen a buscar la vida en la manera que crean mejor y uno de madre, pues, si ellos hacen bien o hacen mal, uno sigue siendo su madre y ellos siguen siendo sus hijos".
"Pienso en que él también, antes que sea tarde, se entregue al Señor, porque ya probó el mundo, ya supo qué fue lo del mundo y ahora que busque a Dios para que sepa que Dios es el único que lo puede proteger y ayudar en todos los problemas".
Los valores son entendidos en la casa de doña Consuelo. Ahí no se pregunta sobre lo que duele. Su silencio y los ojos que se fijan en mi rostro dan a entender que la conversación ha terminado con algo que siente su corazón de madre.
"A mí no me pregunten nada sobre mi hijo porque no les voy a contestar nada. Lo que quieran saber de él, entonces pregúntenselo a él, al fin y al cabo que ya lo tienen allá".
Por el momento, doña Consuelo espera dar el próximo paso: estar lista para cuando pueda ir a reencontrarse con él en la prisión del Altiplano.
"Nada más que él me avise cuando pueda y voy a hacer el propósito de ir a verlo".
Salí de su casa con la reflexión de una mujer sabia: "Si ellos hacen bien o mal, uno sigue siendo su madre y ellos siguen siendo sus hijos". concluyo la entrevista...Fuente.María Antonieta Collins de Noticias Univision
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