Primero fue un hombre, pero con el tiempo apareciĂł en su forma triunfal como una mujer: la Santa Muerte.
En la prisión estatal de Culiacán, Sinaloa, entrevisté a un recluso joven, que dijo: "La muerte está siempre a tu lado, incluso si es sólo un poco de sello que se pone por encima de su cuna, ya sabes que no va a pasar, que nunca te dejará ".
"No es la religión sólo porque está vestida de esa forma, es una blasfemia contra el culto", dijo el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura.
No es costumbre del Vaticano dar su opiniĂłn sobre todos los cultos, pero la Santa Muerte es especial.
En México, la práctica del catolicismo entre los pobres y desesperados que a menudo se arrastran de rodillas o hacen promesas de futura penitencia si han recibido favores de Dios.
En el santuario más famoso de la Santa Muerte, en el centro de la ciudad de México, se dice que hombres jóvenes se arrastran de rodillas, sosteniendo el esqueleto santo en sus brazos. En lugar de encender incienso, ellos exhalan el humo de los cigarrillos de marihuana.
Peor aĂşn, desde el punto de vista de la Iglesia CatĂłlica, muchos de los peregrinos que se reĂşnen alrededor de los santuarios a la santa de la muerte todavĂa se ven a sĂ mismos como catĂłlicos devotos.
Algunos "sacerdotes" autoproclamados dicen ser lĂderes de un culto que no tiene jerarquĂas ni estructuras, ni siquiera han tratado de insistir en que sus templos son parte de la iglesia oficial.
Para el Vaticano, la declaraciĂłn de este mes constituye un delicado acto de equilibrio. Las iglesias están perdiendo adeptos a un ritmo alarmante, incluso en un MĂ©xico predominantemente catĂłlico, y puede ser que Roma está ansiosa de no alienar a millones de creyentes practicantes que podrĂan adorar a un tipo diferente de santo.
De todos modos, los seguidores católicos de la Santa Muerte es más que probable que sigan adorando a su manera, no importa lo que digan.
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