EL HOMBRE QUE SABÍA EVANGELIZAR.
Dwight Lyman Moody fue el primer evangelista desde George Whitefield que sacudió dos continentes para Jesucristo, y el hombre de Dios más escuchado antes de la era electrónica, según los historiadores cristianos.
Nacido el 5 de febrero de 1837 en una pequeña granja del pueblo de Northfield, del condado de Franklin, en el estado de Massachusetts, fue el sexto de nueve hermanos en una familia de labradores cuya condición económica era muy endeble. Su vida de niño fue dura pues muy pronto vivió la ausencia de su padre cuando esté falleció repentinamente dejando a siete hijos y a su madre embarazada de dos gemelos.
Aunque Dwight Lyman tenía entonces sólo cuatro años de edad fue impresionado profundamente por la sombra de la muerte de su progenitor Edwin Moody.
Tras los acontecimientos, los acreedores embargaron a su familia todas sus pertenencias inclusive hasta la leña que usaban para el frío. En tal situación su madre, Betsy Holton, se constituyó en un ejemplo de perseverancia y fortaleza. Mantuvo a sus nueve hijos ocupados y siempre activos en las tareas domésticas. Además les enseñó diariamente las Escrituras, y los llevó regularmente a los servicios de la iglesia unitaria y la escuela dominical de la localidad.
La educación formal de Moody se limitó a los cursos que pudo tomar en la escuela del distrito, y mientras fue niño tuvo que ganarse la vida realizando diversas labores. En 1854, a la edad de 17 años, se decidió a probar fortuna en la ciudad de Boston y fue contratado por su tío, Samuel Holton, como empleado en su zapatería. Una de las condiciones de su contratación era que debía asistir regularmente a la Iglesia Congregacional de Mount, dirigida por el pastor Edward Norris Kirk, y también a la escuela dominical de esta congregación
AL SERVICIO DE DIOS
Dwight fue llevado a los pies de Jesucristo el 21 de abril de 1855 por el que después fue su maestro espiritual, Eduardo Kimball, quien en obediencia a la voz de Dios, se le acercó y habló del amor de Jesucristo en un rincón de la zapatería de su tío.
Kimball le dijo: “quiero decirte lo mucho que Cristo te ama”. Moody se arrodilló y se convirtió. Tan drástico fue el cambio que el Creador operó en él, que empezó a tener un gran amor por los necesitados buscando a niños para las viñas del Señor. Antes de finalizar el primer año de este esfuerzo el promedio de asistencia era de seiscientos alumnos divididos en ochenta clases pasando luego a mil, y hasta a veces, a mil quinientos.
El 18 de septiembre de 1856, llegó a Chicago, donde otro tío suyo quien lo ayudó a conseguir un puesto en una tienda de zapatos administrada por los hermanos Wiswall. Sin embargo, su interés por la obra misionera continuó y se hizo miembro de la Iglesia Congregacional Plymouth. Allí alquiló cuatro bancos que utilizaba para reunirse con sus compañeros de trabajo y personas de la calle.
En 1858 comenzó su obra en los barrios bajos dedicando todo su empeño a las escuelas dominicales. La respuesta de los jóvenes le animó mucho. Para entonces estaba resuelto a servir a Cristo en aquella actividad, lo que hizo al cabo de dos años.
Al empezar la Guerra Civil estadounidense, en el mes de abril de 1861, instaló una carpa con el fin de realizar cultos para los soldados la cual luego se convirtió en un templo cristiano. No participó del conflicto entre el norte y el sur por motivos de conciencia, pero sirvió como evangelista y en toda obra social y humanitaria que pudo.
Para cuando finalizó la guerra, Moody había celebrado mil quinientos cultos habiendo derrochado una fortaleza y energía inconfundibles pues estaba en todos los lugares animando, exhortando, orando y regocijándose por la oportunidad que Dios le daba al trabajar y cosechar almas en medio de la guerra.
TRABAJO MISIONERO
Moody se casó con la seguidora de Jesucristo Emma Charlotte Revell el 28 de agosto de 1862, cuando tenía veinticinco años y ella diecinueve. Tiempo más tarde, en 1863, estableció en Chicago una Iglesia de carácter interdenominacional. Luego fue nombrado Presidente de la Asociación de Jóvenes Cristianos (YMCA) en 1866. Cinco años después, el 8 de octubre de 1871, su iglesia quedó destruida por un famoso incendio que arruinó gran parte de “la ciudad del viento”. Entonces, utilizando las conexiones de la YMCA con el Reino Unido, decidió ir en gira evangelística a Europa en 1873. Allí durante dos años predicó a numerosas congregaciones de Escocia, Irlanda e Inglaterra.
Como consecuencia de su labor evangelizadora en el Viejo Continente miles fueron convertidos y otros desafiados a dedicar sus vidas a la evangelización. Asimismo, Dwight Lyman Moody contribuyó a la fundación del Bible Training Institute de Glasgow, institución dedicada a la formación de obreros cristianos, que continua siendo en la actualidad un prestigioso seminario bíblico. A su vez, Moody recibió el gran desafío y lema de su vida: “el mundo todavía no ha visto lo que Dios puede hacer por medio de un hombre totalmente consagrado”, que escuchó de labios del predicador Henry Varley durante una Conferencia en Dublín (Irlanda).
De regreso a América como un famoso predicador de avivamientos, conoció el éxito en las ciudades de Brooklyn, Filadelfia, Nueva York, Chicago y Boston. En 1881 volvió a Gran Bretaña donde permaneció hasta 1884. Una vez más grandes multitudes asistieron a sus servicios. Lo mismo ocurrió en Canadá y en todas partes. Moody fue invitado a predicar inclusive en las universidades de Oxford y Cambridge. También estuvo en muchas ciudades de Estados Unidos, Canadá y México exponiendo el mensaje del Evangelio. Su convicción de que los hombres de Dios que habían sido llamados a la predicación debían de estar preparados e instruidos lo llevó a fundar tres escuelas: el Instituto Bíblico de Chicago, el Seminario Northfield y la Escuela de Monte Hermón.
LEGADO ESPIRITUAL
Moody no fue un evangelista de oratoria prolija y grandilocuente. Más bien se mostró como un hombre sencillo de su época, que cautivaba a su audiencia con un estilo íntimo y sentimental de contar historias, de carácter regionalista y familiar. Su tema central era el amor de Dios. Su mensaje, sencillo de comprender, se resumía en: ruina por causa del pecado, redención gracias Cristo; regeneración por medio del Espíritu Santo. Dejó al mundo varios libros, aunque nunca escribió un libro propio. Sus sermones evangélicos, personajes bíblicos, devocionales y estudios doctrinales fueron compilados a partir de su palabra hablada. Además fundó la Asociación de Colportorado para proveer literatura cristiana a bajos precios.
Dwight Lyman Moody nunca fue ordenado en el ministerio de ninguna iglesia, sin embargo fue el evangelista que a más gente predicó en su época. Murió en el amanecer del 22 de diciembre de 1899, a las seis de la mañana, en medio de una campaña evangelística, que estaba realizando en Kansas. “¿Y esto es morir? Pues es la misma bienaventuranza. La tierra retrocede; se abre el cielo; Dios me llama. Debo irme”, fueron sus últimas palabras. En la actualidad, se estima que no menos de cien millones de personas escucharon el evangelio de su boca, y sus escuelas están formando a muchos otros para llevar las buenas nuevas en todo el mundo. FUENTE:http://impactoevangelistico.net/
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