La verdadera bendición, la que perdura porque es para la eternidad, es la que se consigue por vencer la tentación. El resultado de soportar venciendo esa tentación, la cual implica todo aquello que pelea contra nuestra alma, y no sólo una tentación en concreto, es la corona de vida, es decir, la vida eterna.
La palabra en griego es perasmón, y también significa prueba.
La pregunta es, ¿por qué una tentación es una prueba?
La tentación es una prueba porque requiere del tomar una decisión.
Siempre habrá que tomar una decisión cuando nos veamos ante la tentación. Esa decisión, como cristianos, deberá ser la correcta ante Dios.
Tentación y concupiscencia
“14 sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido”
La tentación opera conforme a la concupiscencia que está todavía en nosotros.
Según el diccionario bíblico, la concupiscencia es “una codicia ilegítima y desordenada”. El apóstol Pablo, lo llama la “carne”, y también, “el pecado que mora en mí”:
Por un lado, queremos hacer lo que a Dios le complace, pero por otro, no siempre podemos. Eso es lo que Pablo quiere decir en Romanos 7.
Mario Fumero lo explica también así:
“Esto revela que nuestra naturaleza es vulnerable al pecado, porque aunque queramos hacer lo bueno, hay una fuerza interna de rebeldía que nos arrastra al pecado, por lo cual existe una lucha constante entre los deseos de la carne y los del Espíritu”
No obstante, podemos ir venciendo paso a paso, victoria tras victoria, si decidimos creerle a Dios en cuanto a que nos ha dado su gracia, y en su temor.
- Renunciando a hacer lo que nos sería muy fácil en ese momento, llevados por el impulso de la carne.
- Declarando abierta y verazmente que el motivo de esa tentación es malo y nos puede llevar a pecar si lo hacemos.
- Creyendo que Satanás está detrás de ese mal para intentar hacernos pecar.
- Limpiándonos de toda contaminación de la carne (concupiscencia) y de espíritu (espíritus inmundos) que obran en nuestro interior:
“15 Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. 16 Amados hermanos míos, no erréis”:
El pecado produce un efecto espiritual. Separa al hombre de su comunión con Dios, para llevarlo a vivir sujeto a las pasiones de la carne. El final de ese proceso, es lo que llamamos “muerte espiritual”.
A. La diferencia entre pecado y yerro
Hoy en día muchos le llaman al pecado: un error, una equivocación, debilidad, “un meter la pata”, “un problema”, y por el estilo, no obstante el pecado no es nada de eso.
El pecado no es un simple error el cual uno puede cometer por ignorancia o estupidez.
El pecado como tal, es una acción deliberada y suficientemente calibrada y meditada que le costó al Hijo de Dios su vida en una cruz.
Definiéndolo: El pecado es “trasgresión a la ley de Dios”.
El no tener en cuenta a Dios, es el primero y principal de los pecados, puerta de todos los demás.
El pecado como fruto de la duda
El pecado es también fruto de hacer las cosas, no por convicción personal ante Dios, lo que llamamos bíblicamente FE, sino porque otros lo hacen, dudando si estará bien o mal, para agradar a otros antes que a Dios, etc.
Leemos en Romanos 14: 23 al respecto:
Leemos en Santiago 4: 17;
No obstante el yerro o error, es el cometer un acto que incluso podría catalogarse de pecado para aquél que sabiendo que desagrada a Dios, lo hace, pero para aquel que lo desconoce, sólo le es motivo de yerro.
Podríamos definirlo así:
Errar es fallar en el blanco, en cambio, pecar es actuar con conciencia deliberada. Pecar y errar son diferentes asuntos, el que peca actúa con conciencia y por maldad, o a lo menos, dejándose llevar por el impulso de la carne. El que yerra lo hace por ignorancia, por equivocación.
B. Los dos tipos básicos de pecar
Habiendo visto acerca del pecado, nos es preciso analizar el asunto más a fondo.
Podríamos decir que existen dos tipos, o dos gravedades de pecado. El pecado de muerte y el que no lo es.
Leemos en la Palabra: “Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte” (1 Juan 5: 17)
Partiendo de la base de que todo pecado es injusticia, y por tanto, es absolutamente desagradable a Dios, la Biblia como vemos hace diferenciación entre un tipo y otro.
¿Cuál sería esa diferencia?
Por lo pronto podemos adelantar que nada tiene que ver con pecados pequeños o veniales y pecados gordos o “mortales”.
El pecado es pecado y punto.
Tiene que ver, en definitiva, con si la persona ha nacido de Dios o no.
Leemos así:
Acordémonos del ejemplo de David con Betsabé. El pecado de David fue tremendo en tantos sentidos, y sin embargo, Dios le perdonó. El Espíritu Santo no se había ido de David.
En cambio, el pecado de muerte, es aquel que practica el que no tiene el Espíritu Santo, aunque se llame cristiano.
Pecado de muerte
“Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios” 1 Juan 3: 9
Practicar el pecado, es llevar una vida pecaminosa (aunque el sujeto se llame cristiano)
El que tiene el Espíritu Santo en su vida, le es imposible llevar una vida licenciosa (de pecado), como hemos leído en la Escritura.
Práctica de pecado (vida de pecado)
“Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él”
El pecado de muerte es el que marca la diferencia entre el cristiano y el que dice que lo es, pero en realidad no lo es.
“...y no puede pecar, porque es nacido de Dios”
También el pecado de muerte es el que se comete a sabiendas, voluntariamente, planeado, premeditado y ejecutado en frío y en plena consciencia.
Un verdadero cristiano NO puede cometer ese pecado, y si lo comete, es que en realidad no es cristiano, o ha apostatado.
Ese hombre está muerto espiritualmente.
Pecado no de muerte:
En cambio “Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida...”:
Este tipo de pecado, normalmente es fruto o consecuencia del carácter de la persona, así como de su concupiscencia.
Es por impulso, instintivo, no premeditado.
Es el caso de un joven que no quiere pecar en el área sexual y tiene temor de Dios, pero se encuentra en una encerrona y es seducido por alguien. Después se siente mal, indigno, miserable, y se arrepiente.
Es el caso más común del cristiano que todavía tiene fallas en su carácter, es miedoso, o es agresivo, etc. y ante un estímulo externo, reacciona según esa falla.
Luego, cuando lo emocional baja, se arrepiente y dice algo así como “¡otra vez igual!”.
Necesitamos apartarnos de todas esas cosas, de todos modos.
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