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LA HERIDA Y LA AMARGURA

LA HERIDA Y LA AMARGURA
Parte 1
(Colosenses 3: 12-15) <>
Introducción
Básicamente, la caída del hombre a causa de la rebelión de éste contra Dios, hizo aparecer un nuevo concepto que no estaba, ni estimado por Dios para Su creación, ni en la misma creación de Dios sobre la tierra: La herida.
Así como con un objeto punzante se puede originar una herida en la piel, la herida de carácter emocional es consecuencia directa de una acción punzante y dolorosa que penetra en mayor o menor grado en la “piel del alma”

.
No existían esos “objetos punzantes” al comienzo de la Creación. Leemos en Génesis 1: 31;
<>.
A causa de la caída del hombre, como consecuencia directa e indirecta del pecado, el daño y el dolor, la herida, entraron en la Creación, y luego, la amargura. Todo ello entró y se formó en este mundo que fue hecho perfecto en un principio.
Ya Caín, el primogénito de Adán y Eva, Caín, experimentó esa amargura:
Leemos en Génesis 4: 1-10;
<>.
LA AMARGURA Y EL RENCOR QUE EXPERIMENTÓ CAÍN, LE LLEVÓ A COMETER EL PRIMER ASESINATO DE LA HISTORIA.
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La herida
• ¿Quién no ha sido alguna vez herido emocionalmente?
• La herida es un problema universal desde la caída del hombre.
• De hecho, es imposible encontrar a alguien en esta sociedad que no haya sido herido en su alma alguna vez.
1. La herida es inevitable:
Como cristianos, la herida siempre será inevitable (que la provoquemos o que la recibamos), porque herimos muchas veces sin querer, y somos heridos muchas veces sin poderlo evitar.
Leemos en Santiago:
<> (Santiago 3: 2).
 EL PROBLEMA NO ES LA HERIDA EN SÍ, SI PERMITIMOS Y BUSCAMOS QUE ÉSTA SANE.
2. Tipos de heridos:
Hemos dicho que la herida en general es inevitable, pero en el “herido” u ofendido está la clave.
a) Cuando el herido es fiel:
Cuando el herido es fiel, todo le ayuda a bien (Romanos 8: 28)
Leemos en Proverbios 27: 6; <>
Cuando el herido es fiel, todo lo dirige por medio del amor. ¡Qué mayor ejemplo que el del Padre Celestial!
El ejemplo del mismo Dios
Por amor al hombre, Dios Padre sufrió lo indecible viendo morir a Su Hijo Unigénito en la Cruz.
Y antes que todo eso viniera a ser, Dios se estremeció de dolor al ver la situación de extrema pecaminosidad del hombre (como la de hoy en día). La Biblia nos lo relata en el libro de Génesis 6: 6;
<>.
La frase <>, literalmente significa que tuvo “dificultad en respirar”. ¡¡Dios tiene emociones!! y éstas son dañadas tantas veces cuantas veces el hombre peca.
 EL PECADO DEL HOMBRE HIERE EL CORAZÓN DE DIOS; POR ESO DEBEMOS ABORRECER EL PECADO, TAL Y COMO ÉL LO ABORRECE.
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Desde que Lucifer se rebeló en los cielos, Dios es la persona más herida del Universo, porque es quien más ama, ya que Dios es amor.
Acerca del amor
Leemos acerca del amor en 1 Corintios 13: 4-7;
<>
El amor implica sufrimiento; pero lo soporta por la gracia de Dios.
 INDISCUTIBLEMENTE, EL QUE MUCHO AMA, MUCHO SERÁ HERIDO.
Padeciendo por Cristo
Nuestro servicio al Señor lleva implícita la promesa del sufrimiento, por lo tanto, de la herida por amor. Leemos en II Timoteo 3: 12;
<>
Tristemente, y la historia es fiel testigo, esa persecución ha sido llevada a cabo muchas veces por el supuesto mismo pueblo de Dios contra los que quieren andar en rectitud ante el Señor.
A pesar de todo, la Biblia considera un verdadero privilegio padecer por Cristo:
<> (1 Pedro: 4: 12-14; 16)
En medio de una actual y constante predicación de un falso evangelio, en el cual prácticamente sólo se enfatiza sobre el bienestar del creyente, animándole hacia la auto complacencia, haciendo de él el centro de sí mismo, el verdadero Evangelio tiene mucho que decir.
Ser herido por causa de Cristo es un privilegio concedido a aquellos que son tenidos por dignos, y así lo expresaron aquellos verdaderos apóstoles de Cristo, experimentándolo por ellos mismos:
<<…llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad. Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre>> (Hechos 5: 40, 41)
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Y también leemos así en una de las epístolas paulinas: <> (Filipenses 1: 29, 30)
Además, es el privilegio de todos aquellos que no sólo son salvos, sino que coheredarán con Cristo:
<> (Romanos 8: 17)
Indiscutiblemente, todo ello conlleva HERIDAS. Esas son las heridas de los fieles, de aquellos que aman. Las soportan por amor al Nombre, y a causa del Nombre.
A veces serán heridas, a causa del Evangelio. Muchas veces, serán heridas de tipo personal, que no tendrán que ver directamente con el Evangelio. Pero la respuesta deberá ser la misma por parte del ofendido, si es cristiano: Perdonar al ofensor. Bendecir y no maldecir.
DIOS NOS LLAMA A RESPONDER CON AMOR, PERDÓN Y BENDICIÓN FRENTE A TODO TIPO DE HERIDA, SEA PERSONAL, SEA POR CAUSA DIRECTA DEL EVANGELIO, AUNQUE AL PRINCIPIO ¡DUELA!
b) Cuando el herido es infiel:
Las heridas no son en sí el problema, sino el que las recibe. Ahí radica la cuestión.
Las heridas producen un efecto u otro según sea el receptor. Generalmente, producen un efecto negativo cuando el ofendido es guiado por el orgullo, y como no, el egoísmo.
El orgullo y el egoísmo se dan la mano muchas veces en el ofendido infiel.
La rebeldía
El orgullo y el egoísmo manifestados; puestos en evidencia a causa de la herida recibida, son el acicate que lleva a una salida que no es santa, ni mucho menos, sino todo lo contrario, y se llama rebeldía.
Orgullo + egoísmo + herida= Rebeldía.
El ejemplo que vimos en Caín viene aquí a colación (Gen. 4: 1-10). La rebeldía de Caín se puso de manifiesto a causa de la herida que creyó sufrir de parte de su hermano Abel, porque Caín era extremadamente orgulloso y egocéntrico.
 LA REBELDÍA, (ENCUBIERTA A MENUDO DE FALSA ESPIRITUALIDAD, OTRAS NO) ES A VECES CAUSA, Y A VECES CONSECUENCIA DIRECTA DE HERIDAS QUE SE PODRÁN CONVERTIR EN AMARGURA, Y QUE A SU VEZ PRODUCIRÁN MAYOR REBELDÍA, Y POR LO TANTO, MAYOR HERIDA, CON SUS CONSECUENCIAS, SI NO SE DETIENE EL PROCESO, POR EL ARREPENTIMIENTO DEL SUJETO.
La obstinación
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Junto con la rebeldía, va la OBSTINACIÓN de la mano con ésta.
La obstinación tiene un lugar muy preponderante en la consecución de las heridas: Es el esfuerzo carnal para vindicar o defender una postura determinada, esgrimiendo una supuesta justicia.
Leemos en Proverbios 18: 19;
<>.
Todo ello produce heridas, muy distintas a las que se reciben a causa del amor.
La ofensa
La OFENSA, o más bien su impacto en la persona del ofendido, tiene mucho que ver con el ORGULLO. A mayor ORGULLO, mayor sentido de la ofensa. Lo contrario es lo que la Palabra enseña:
<> (1 Pedro 4: 8)
Significa esto, que andando en amor, este no tiene en cuenta las ofensas de muchos, porque su carácter es perdonador.
Los fariseos ofendidos
El ejemplo de la ofensa a causa del orgullo, lo vemos claramente en los fariseos del tiempo de Jesús.
Cuando Jesús hablaba la verdad a todos, los fariseos y escribas, gentes religiosas llenas de orgullo espiritual, se ofendían a causa de la verdad de Sus palabras:
<> (Mateo 15: 12).
La verdad ofende al orgulloso, y sin embargo bendice al humilde.
(Proverbios 15: 32, 33) <>
 El que es verdaderamente humilde de corazón y manso, puede afrontar con éxito el problema de la herida y la ofensa, para que aquélla no se convierta en amargura.
Acerca de la ofensa
Santiago nos habla de nuevo acerca de la ofensa:
<> (Santiago 3: 2).
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Esta es una realidad ineludible. A veces ofenderemos sin querer; otras veces ofenderemos con la verdad, y otras ofenderemos sin más.
No obstante hay solución para quien ofende y para quien es ofendido:
<> (Mateo 6: 14, 15)
LA SOLUCIÓN A LA OFENSA (y a la herida que conlleva), ES EL PERDÓN.
A. Cómo evitar heridas innecesarias:
Muchas veces somos responsables nosotros de llevar la herida, porque no hemos tomado pasos prácticos y bíblicos para aclarar las cosas.
A veces las heridas se producen innecesariamente a causa de MALOS ENTENDIDOS. Para ello existe una solución muy sencilla.
Si has oído algo que te ha molestado... ¡No pretendas que no te ha molestado! Se honesto y admite que te ha molestado.
Ve al hermano ofensor. No digas dentro de ti: “Mejor no le digo nada, no sea que todo se ponga peor”. Muchas veces, ese no querer ir a la persona es por simple cobardía, o también por dejadez. No obstante, la Palabra nos enseña de que Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino que nos ha dado un espíritu de poder, amor y dominio propio (II Timoteo 1: 7). También nos insta a ser diligentes en todo (Proverbios 10: 4; 13: 4).
Se vulnerable y humilde y ve a la persona. No te quedes con esa espina dentro de ti.
Pregúntale si has oído bien en cuanto a lo que ha dicho (a ti directamente, o no). Te darás cuenta que muchas veces, lo que tú oíste no es lo que dijo, o lo que quería decir el hermano. En la Biblia hay enseñanza sobre esto. El Señor Jesús enseñó en Mateo 18: 15-17;
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Por otra parte, también podemos evitar muchas heridas innecesarias, si nos percatamos que hemos herido a alguien. El Señor enseñó en Mateo 5: 23, 24;
<>.
¡SEAMOS RAPIDOS EN CORREGIR CUALQUIER ENTUERTO Y NO PERMITIR QUE SE PONGA EL SOL SIN HABER ARREGLADO LAS COSAS ANTES!
B. Cuando las responsabilidades son compartidas:
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Normalmente, aunque no siempre, las responsabilidades ante un conflicto entre dos partes o más, están compartidas. En cuanto a que hay dos partes, o más, y debemos escucharlas a todas, dice al respecto el libro de Proverbios (18: 17);
<>
Sea que una de las partes tenga más responsabilidad que la otra, esto no cambia nada. En cuanto a ello, una excusa común para no pedir perdón es la de decir: <> o, <>.
Quizás eso sea cierto, sin embargo, deberé asumir el 100% de MI responsabilidad, y hacer mi parte sin esperar a que mi ofensor haga la suya. A eso se le llama perdonar unilateralmente.
¡Es Dios quien me va a pedir cuentas a mí de lo mío, no de lo del otro!
Así pues, deberemos asumir el 100% de nuestra responsabilidad a la hora de pedir perdón, aunque la otra parte tenga el 99´9% de culpa por lo sucedido.
Resumen:
 La herida no existía antes al principio de la Creación.
 Caín es un buen ejemplo de lo que la AMARGURA puede llegar a hacer cuando las heridas no han sido debidamente tratadas.
 Todos hemos sido y seremos heridos.
 Todos ofendemos alguna vez (Stgo. 3: 2)
 El problema no es en sí la herida, si permitimos que ésta sane.
 Hay heridos que son fieles (por amor)
 Hay heridos que son infieles (por orgullo)
 La rebeldía y la obstinación son ingredientes claros en las heridas infieles.
 La ofensa tiene mucho que ver con el orgullo. A mayor orgullo, mayor herida.
 El humilde y manso puede afrontar con éxito la herida y la ofensa.
 La sanidad de la herida la da el perdonar.
 Evitemos las heridas innecesarias. Busquemos el entendimiento, siempre que sea posible.

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