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UN FRUTO DE LA RELIGIÓN EVOLUCIONISTA EL ABORTO Y LOS ABORTISTAS

“Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles(Romanos 1: 18-23)
Se que este ensayo ya fue publicado en su día, pero dada la actualidad de la cuestión abortista en general, y en concreto en España, no tengo por menos – una vez más – que airear mi voz, que entre otras muchas, denuncian esta barbaridad legalizada en este siglo, en el que nos ha tocado vivir.
Así que, allá vamos.

1. El hombre es religioso por naturaleza

En estos días, en esta sociedad occidental, donde prima el materialismo y el hedonismo como forma de vivir – o más bien, forma de morir viviendo – muchos se jactan de no seguir ninguna religión o creencia, pero se equivocan.
El hombre es un ser espiritual, y su tendencia natural es la de seguir una creencia, es decir, una forma u otra de entender la existencia, de la cual, como ser pensante, él es consciente.
Muchos piensan que no tienen religión alguna, y no obstante, todo ser humano - lo piense o no, lo acepte o no - sigue como poco los parámetros de una creencia, aun subjetiva e interesada, ajustada y hecha a la medida.
Básicamente los hombres partimos de dos posicionamientos diametralmente opuestos a la hora de hablar de creencia. Una es la creencia en Dios, el Creador; otra es la creencia en el llamado evolucionismo. Una implica un Ser existente y Creador y Dador de la vida; la otra implica un llegar a ser las cosas por el resultado del azar o la casualidad. Una implica un proceso inteligente, pensante y de ingeniería milimétrica; la otra implica... ¡nada! Una implica responsabilidad ante ese Ser; la otra implica... ¡nada! Una apunta hacia el Todo, la otra apunta hacia... ¡nada!
Cuando uno llega a creer que no hay Dios, o de que Dios nunca nada tendrá que ver con él, entonces acalla su conciencia, y llega a sentir el engañoso alivio de no tener que rendir cuentas a nadie por encima de él por lo que hace en la vida o por como la vive. El llega a ser dios de sí mismo, y procede según quiere y entiende, y no nos engañemos, esta es la filosofía de esta generación. Es la filosofía de muerte eterna a la que muchos, muchos se han abocado de cabeza.

El hombre es un ser religioso por naturaleza; siempre cree en algo, aunque sea inverosímil

2. El bien y el mal

Fíjense bien. El bien y el mal son conceptos morales que necesariamente deben partir de Dios, es decir, de un Ser Superior que trasciende a lo que vemos con nuestros ojos de carne, y que es Dueño y Razón de todo lo que existe. Pero si absurdamente se niega la existencia de ese Ser, no sólo se niega la Razón de la misma existencia, sino que también se niega la realidad del bien y del mal que sólo ese Dios, como Legislador Moral, puede dictar, y ha dictado.
Algunos dirán aquí -bueno, los hombres tenemos inteligencia como para delimitar el bien y el mal aunque sea de forma parcial o subjetiva” – sí, pero eso no soluciona el meollo de la cuestión, ya que el hombre es una criatura con un principio y seguramente un final (en eso todos están de acuerdo), y si tiene ciertas de esas atribuciones morales, es porque necesariamente las ha tenido que recibir. Si las ha recibido, es que existe un Dador que se las ha concedido.
Por lo tanto, el segundo posicionamiento de creencia, esto es, el evolucionismo, conlleva en sí una patente amoralidad, que fluye tantas veces hacia la inmoralidad, ya que en la práctica no sólo cuestiona, sino que ataca, acosa y pervierte la definición moral expresada de Dios, el Legislador y Juez.
Es por eso que tal posicionamiento de creencia necesariamente producirá un efecto derivado de su causa. En este artículo estaremos viendo, lo que denominaremos: “Un fruto del evolucionismo”.

3. Fruto del evolucionismo sin ecuanum; la maldad del aborto

Hoy en día el mundo reclama sus derechos. Todos reclaman sus derechos...todos excepto aquellos que no pudieron, ni pueden llegar a nacer porque fueron, y son abortados, y el derecho principal al que no pudieron reclamar, fue precisamente el de vivir.
Millones de personas son asesinadas en todo el mundo, y no me estoy refiriendo a la mafia, la camorra, al narcotráfico, a los gobiernos despóticos o a las guerras injustas. Millones de personas en todo el mundo están siendo asesinadas en el vientre de sus madres – y enfatizamos, personas - sencillamente porque aquéllas no los quieren, sus cómplices las animan a proceder según esa sumamente egoísta acción, y esos médicos que ya han olvidado su código deontológico que les obliga a preservar la vida, las ejecutan... y por supuesto están esos legisladores, y esos políticos que se lavan las manos, porque son “demócratas”.
De hecho, estamos hablando de ASESINATOS EN MASA.
Estamos hablando de llevar a la pena de muerte a los que merecen la vida, porque son tan humanos como usted o yo, pero que por su condición, no tienen como defenderse o protegerse.
Estamos hablando del peor acto de cobardía que un ser humano puede cometer y comete: quitarle la vida a un desvalido e indefenso niño, y así una vez tras otra.
Estamos hablando de la mayor de las hipocresías, en la cual los hombres muy dignos y sabios, esto sólo en su propia opinión, están absolutamente inmersos.
Si en la antigüedad, en algunos lugares como Fenicia o Cartago, periódicamente algunos niños eran quemados vivos, sacrificados a las deidades paganas de turno, hoy en día multiplicado por la enésima potencia, el mismo ritual continúa en todas partes del globo, pero esta vez, antes de que la criatura nazca, siendo cobardemente asesinada cuando no puede defenderse. Esto ocurre en el seno de esta civilización que se autonombra civilizada, culta, democrática y progresista.
Sólo en España se produce un aborto cada 6,6 minutos, el mismo tiempo que se tarda en tomar un café o en fumar un cigarrillo. Hoy día, uno de cada seis embarazos se interrumpe de manera voluntaria, lo que ha convertido al aborto en una causa de mortalidad ¡mayor que los accidentes de tráfico, los homicidios y los suicidios! (1)

“Sin palabras”
En el año 2006, sólo en España se superaron los 100.000 abortos, y desde que se legalizó éste en el año 1985, se ha superado el millón cien mil abortos (1.121.000 abortos).

“Sacrificando sus hijos a Moloc. Los sacrificios preferidos a Moloc eran especialmente los bebés. Durante el sacrificio, los sacerdotes del templo hacían sonar tambores, trompetas y címbalos, de manera que no oían los llantos de los niños. Hoy en día los que asesinan a los nonatos, ni siquiera oyen sus conciencias”

Es paradójico que por un lado la sociedad se preocupa tanto por la precariedad de nacimientos de las ballenas y otros animales, y por el otro condena al ser humano a no nacer, sino a ser reventado en el seno materno y succionado después.
Escribe David Wilkerson:
“Estamos sumergidos en un océano de sangre al continuar permitiendo el asesinato de millones de niños nonatos. Los doctores quitan mediante succión los cerebros de los bebés completamente desarrollados que se encuentran en el tercer trimestre de gestación, y las enfermeras que desvergonzadamente prestan su ayuda en los abortos, marchan protestando en contra del asesinato de las ballenas, de los visones y de los conejos; ¡Qué hipocresía tan descarada!” (2)
Es cruelmente paradójico también que mientras en una sala de la clínica u hospital se está intentando salvar a un feto de cinco meses, en la otra se está arrancando del vientre de otra madre a otro feto del mismo tiempo, sencillamente porque el primero es querido por la madre, mientras que el segundo no lo es.
Aplicando su  subjetiva y esperpéntica noción de lo que está bien y de lo que está mal, muchas personas, muchas de ellas completamente ateas o simplemente agnósticas, pero paradójicamente actuando como si fueran Dios, determinan quien nace y quien no nace; ¿qué tal si se hubiera hecho lo mismo con ellas? Pero, claro, eso no cabe en sus mezquinas mentes.
Ante tal horror incalificable, inconfesable e indigerible, nos hacemos la pregunta ¿en qué podrían pretendidamente llegar a basarse los abortistas, legisladores, políticos, y hasta científicos para justificar tamaña abominación y pecado?

Estos restos humanos son de una persona nonata en el mes quinto de su gestación

La embriología evolucionista
Analizando el asunto, nos damos cuenta que parte de un posicionamiento absolutamente evolucionista, y por tanto ateo y contrario a la existencia y voluntad de Dios, el Creador.
Los libros de texto tratan como evidencia respecto a la evolución la llamada embriología. Enseñan que se puede observar la evolución de diferentes animales conforme se van desarrollando en el interior de la madre, y en este sentido, todavía se enseña que el feto humano tiene hendiduras branquiales, aun y cuando desde una tan tardía fecha como la de 1908, se demostró que no era cierto; no obstante sigue enseñándose en los libros de texto hoy en día.
La razón por la cual se sigue enseñando que las tiene, es para demostrar que el feto humano no es humano todavía, sino que está en una fase de pez o de anfibio. Pero la realidad cruda y dura (para esos asesinos y sus cómplices), es que el feto humano ¡no tiene hendiduras branquiales!
Eso que enseñan como hendiduras branquiales, no son sino pliegues de la piel. Esos pliegues llegarán a constituir con el tiempo los diferentes músculos del cuello. Nada tienen que ver con el aparato respiratorio.
Las razones que se dan para proceder adelante con el aborto están basadas en el error científico - además de moral - de que el feto en sus primeros momentos no es humano. Eso es falsa ciencia.

“Embrión humano de unos dos meses; nótese que tan formado está ya”
Con esa absurda y deliberada enseñanza, se pretende justificar el aborto, llegando a hacer creer que esa criatura que está en el vientre de la madre no es todavía humana, sino sólo animal. Si la criatura que está en el seno de la madre humana, no es humana todavía sino que es un animal, entonces no es grave el desembarazarse de ella si se quiere. Todo el proceso no es más que una falacia que desemboca en la muerte por asesinato de seres humanos... ¿cómo Dios no va juzgar todas estas cosas, y cómo escaparán?
El embrión humano, ¡es humano!
La realidad en todos los sentidos, es que el ser humano lo es a partir de su concepción, cuando al introducirse el espermatozoide en el óvulo se constituye el embrión. Ese embrión es un ser humano, y destruirlo per se, es una abominación y un crimen. El aborto (o interrupción voluntaria del embarazo como eufemísticamente le llaman) es un asesinato en primer grado.
Los cristianos, tenemos la instrucción escrita de Dios, la cual llamamos la Biblia, y en ella encontramos clarísimamente que la vida humana empieza en el embrión:
“No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas. ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena; Despierto, y aún estoy contigo.” (Salmo 139: 15-18)  (énfasis nuestro)
Es incisivamente curioso que el salmista a renglón seguido exclame: “De cierto, oh Dios, harás morir al impío; apartaos, pues, de mí, hombres sanguinarios.” (v. 19). Ya la Palabra de Dios advertía de que se iban a levantar hombres y mujeres impíos y asesinos que iban matar a los hombres desde su mera concepción, como está ocurriendo en nuestros días, como nunca antes en la historia de la humanidad.
La misma Biblia dice que la ira de Dios, se revela desde el cielo contra toda la impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad, y esto es así, porque a priori, lo que se conoce de Dios es manifestado o entendido por las cosas hechas, que los ojos pueden ver y los oídos oír, por lo cual no tienen ninguna excusa (Ro. 1: 18-20). Al negar al Creador, deberán creer en la criatura. Eso se llama evolucionismo.
La práctica legalizada del aborto no es sino consecuencia directa de creer en el evolucionismo ateísta, el cual niega al Creador, y enseña que inicialmente el ser humano no es sino un simple animal. Se enseña el evolucionismo como verdad, por lo tanto, no hay nadie a quien dar cuentas fuera del Estado o de la sociedad en este caso…pero un día darán cuentas a Dios, al cual niegan; y ese día no lo duden, llegará.
El egoísmo de base de todos aquellos que practican el aborto, desembarazándose de los hijos que no desean, se acomoda muy bien en la injusta, terrible e inhumana ley que lo permite, justificando así sus acciones. Este es un fruto más de creer en la falsa religión llamada evolucionismo.

“¡La vida humana existe dentro del vientre de la madre desde el principio!”

Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; no hay quien haga el bien.” (Salmo 14: 1)
Sólo los necios dicen que no hay Dios, o sencillamente le ignoran, ignorando algo tan simple y llano como el sentido de la vida; el amor a un nonato, el cual jamás verá la luz del sol, porque no se le ha permitido que la vea.
Cuando se da la espalda a Dios, uno se constituye dios, para su perdición absoluta y eterna.
La única manera de poder salir de esa condenación, es entregándose de veras al Señor, y ya es hora de hacerlo, y de todo corazón porque el tiempo es muy corto. Solo en Jesús hay salvación, porque Él es el único nombre bajo el cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos (Hchs. 4: 12)
“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” (1 Juan 5: 10-12)

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