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Cuida tu Salud Evita "La comida Chatarra" que Dice la Biblia de Esto?

La comida basura, o comida chatarra, es un adjetivo que describe a los alimentos que suelen ser de rápida preparación (una hamburguesa en cinco minutos, productos listos para tomar con solo dos minutos en el microondas…) y con una composición desequilibrada de nutrientes (exceso de grasas, sales, azúcares o colorantes). Los problemas de dicha comida son consabidos: Te llenan mucho, te alimenta poco o mal, y además te meten la prisa en el cuerpo, porque la rutina cotidiana te dice que debes comer rápido. Todo esto sería anecdótico de no ser por la mella que hace en nuestras vidas: Nos acostumbramos a vivir así, a tenerlo todo al momento, a comer lo que sea más fácil o rápido sin importar qué, basta con que engañe a nuestros estómagos, para que parezcan estar saciados… Y a veces comemos puro veneno para nuestro organismo, pues esos desequilibrios y/o excesos de azúcares y grasas, derivan en altos niveles de colesterol, triglicéridos, glucemia desbordada...



¿Eso es un problema para nuestro cuerpo? Sí, y para nuestro ser interior. ¿Por qué? Porque nos acostumbramos a comer cualquier cosa, aunque no nos alimente… Y lo carnal trasciende de lo espiritual. De hecho, si toleras engullir cualquier cosa de forma cotidiana, es muy posible que, espiritualmente hablando, te suceda lo mismo. Por eso en algunos lugares en los que se habla de Dios y de Jesús se puede dar el caso de “la comida basura”. Quizás pienses que estoy atentando contra instituciones sagradas, pero el sagrado solo es Dios.

¿Por qué digo esto? Porque hay lugares que se denominan cristianos en los que se da de comer… ¿Qué cosa? Dicen que se da de comer la Palabra de Dios; pero lejos de lo que parezca, es nuestro deber examinar si es cierto o no que esa comida viene realmente del cielo. En muchas congregaciones se entrega alimento malo, que llena pero no sacia, que calma el apetito pero no alimenta ni hace crecer, que parece que te sustenta y sin embargo te deja desnutrido. Un buen alimento te hace crecer, estar saludable, y desarrollarte física, intelectual y anímicamente; por el contrario, un mal sustento te mata poco a poco, casi sin darte cuenta.

¿Me lo estoy inventando? Pues busca información, por ejemplo, acerca de la cizaña (esa de la que algunas veces habrás oído predicar, y que se mezcla en los sembrados de trigo). Sé que la parábola de la cizaña tiene un sentido principal que bien merece que otro día le dedique un post, pero por ahora, la usaremos solo como un ejemplo que Dios nos ha dejado en la naturaleza para hacernos aprender: La cizaña tiene el mismo aspecto que el trigo, pero mientras que el grano de trigo alimenta, nutre, y es básico para el ser humano, la cizaña está como hueca, y si se toma por error, adormece, e incluso en grandes dosis llega a envenenar…

No me lo estoy inventando, solo tienes que buscarlo. Según el Diccionario de la Real Academia Española, leemos en su primera acepción lo siguiente: CIZAÑA (Del griego “zizanion”). Planta anual de la familia de las Gramíneas, cuyas cañas crecen hasta más de 1 metro, con hojas estrechas de 20 centímetros de largo, y flores en espigas terminales comprimidas, con aristas agudas. Se cría espontáneamente en los sembrados y la harina de su semilla es venenosa.

¿Acaso crees que Jesús contaba parábolas acerca de la cizaña por casualidad? Él vivía en una sociedad agrícola, que entendía esto a la perfección, sin necesidad de que nadie explicara el poder dañino de esta mala hierba; los propios rabinos judíos, llamaban a la cizaña “semilla degenerada del trigo”. Pero nosotros no nos damos cuenta de la riqueza de esta enseñanza que nos regaló Cristo, y es que leemos lo de la cizaña de una forma tan poética que perdemos su verdadero sentido. Jesús advertía contra la cizaña porque podía confundirse con trigo, con alimento bueno: Tenía su misma apariencia externa, e incluso llegaba a mezclarse con el cereal sano, pero esta mezcla resultante producía una herida con efectos secundarios: Al ingerir la harina producida a partir de este grano venenoso (o mezclada con la del bueno, la del trigo) se producían cansancio, sueño, apatía, falta de visión, nauseas e incluso la muerte.

Si admitimos que la cizaña no crecía aparte del trigo, sino mezclada con este ¿No debiéramos asegurarnos que lo que se come en las congregaciones cristianas sea trigo del bueno? Por los frutos se conocen las cosas, los ministerios, los falsos maestros… Los síntomas son evidentes, y antes de llegar a una “muerte espiritual”, anteceden los indicativos citados. Piensa por un momento:

¿Llegas desanimado a un templo, escuchas un sermón, y cuando regresas a tu casa sigues teniendo la misma sensación de apatía con la que venías? ¿Estás cansado de siempre lo mismo, sientes sueño espiritual? ¿Te falta visión para ver el reino de Dios y su cumplimiento en tu vida? ¿Tienes metas celestiales o solo piensas en lo que te queda de día? ¿Te sientes bien nutrido y fortalecido? ¿Notas como creces día a día o estás igual que hace un año? ¿Tienes "nauseas" espirituales (ganas de vomitarlo todo y de olvidarte de cuanto te rodea)? ¿Eres capaz de distinguir por ti mismo si una cosa es acorde a la voluntad de Dios, o necesitas de algún “entendido espiritual” que decida por ti? ¿Te olvidaste ya de la predicación de hace dos domingos o la estás pudiendo aplicar a tu vida con buenos resultados...?

Si estas cosas o alguna de ellas se dan en tu vida, mira que no estés comiendo cizaña en vez de trigo; no sea que en lugar de Palabra de Dios estés nutriéndote de costumbres, normativas y falsas enseñanzas que mermen tu vida en Cristo. Recuerda el consejo de Pedro, el apóstol:

“Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, toda hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor.” (1ª Pedro 2:1-6)

Si Pedro habla a las iglesias acerca de desear la leche espiritual no adulterada, es porque admite que por entonces ya podía encontrarse también alimento malo entre los cristianos. Y la Escritura abunda en enseñanzas contra falsos maestros, falsos profetas y falsos apóstoles. Entonces, si eso pasaba poco después de haber estado el propio Jesús en la tierra ¿Qué te hace pensar que en estos últimos tiempos no pueda seguir sucediendo lo mismo? ¿Acaso crees que un falso maestro se va a presentar ante ti con un cartel en la solapa que diga: “Licenciado en herejías? ¿Y tú aceptarías la enseñanza de, por ejemplo una secta diabólica? Es evidente que no, no sería el método usado para confundirte…

El sistema que usan los engañadores se describe en la Biblia, y Jesús lo desveló abiertamente: La cizaña mezclada con el trigo, la levadura de los fariseos mezclada con el pan: Las mentiras que te envenenan mezcladas con la pura y genuina Palabra de Dios. Si no aprendes a distinguirlas, si no ejercitas el discernimiento, la cizaña te envenena, y es cuestión de tiempo (si no te ha pasado ya) que el “sistema” (“la estructura seudo-cristiana”) absorbe tu voluntad y tu capacidad para pensar, y ya no eres capaz de hacer nada si alguien no te da “permiso”... Jesús no vino a esclavizarte, sino a hacerte libre y darte vida abundante; pero la cizaña, las medias verdades, el evangelio light, adormece tus sentidos, te entontece.

Si recuerdas la historia de Daniel y sus tres compañeros (Daniel 1:6-16), en plena Babilonia rehusaron engullir esta “comida basura” (la cual tenía un excelente aspecto) y se nutrieron debidamente. Cuando pasó el tiempo determinado como prueba, su apariencia era mejor que la de todos los que habían comido las deliciosas y selectas carnes babilónicas. NO vivas de apariencia externa, no te alimentes del falso evangelio, de las palabras bonitas que no sacian.

¿Y cuál es el falso evangelio? El que Jesús mismo desenmascaró, el de “los panes y los peces”, el que te ofrece beneficio tras beneficio, al punto de que ya solo quieres cosas buenas para ti y pierdes la visión de cuerpo y de reino a la que Dios nos ha llamado. Debiéramos seguir a Jesús solo por el hecho de ser quien es: Tu Salvador, tu Señor, tu Dios Soberano y a la vez Amigo y Padre. Pero en cambio, muchos le siguen por las sanidades, la provisión, la prosperidad, la salud emocional, y cualquier petición que se te pueda ocurrir.

Y es que el evangelio que posiblemente te han predicado hasta ahora (si no es así, eres afortunado), solo toca tus sentimientos y necesidades. Ese falso evangelio predica PARTE de la verdad, y se centra en cosas como: Dios te sanará, él te proveerá, toda tu familia se convertirá, Jesús te ayudará y prosperará siempre, no te faltará nada, tendrás abundancia de bienes… ¡Pide lo que quieras!

Sí, es cierto, Jesús puede hacer todo eso y más; pero todas estas cosas citadas solo son la añadidura, (Mateo 6:33) pues lo primero, lo importante de verdad, es “buscar el reino de Dios y su justicia”, o sea, que su soberanía se manifieste en la tierra, empezando por tu propia vida, que se cumpla la justicia (esto nos habla de arrepentirnos, y reconocer lo que es justo, la soberanía y poder redentor de Jesucristo, y de nuestra propia conducta en rectitud).

Si solo buscas la comida, los panes y los peces, los beneficios (y no me lo invento yo, lo dice la Biblia en Juan 6:26-27), encontrarás el reproche del mismísimo Jesús, como cuando confrontó a la multitud que le seguía por lo que LES DABA y no por lo que ÉL ERA. Cuando les habló de cosas espirituales, la mayoría de la multitud se fue de su lado: No habían entendido nada…

Debes estar bien, notar el crecimiento interior, en sabiduría, en entereza, en saber afrontar los problemas… No poniendo cara de soportarlo todo y llorando luego a escondidas. Si llevas mucho tiempo asistiendo a una congregación y aún sigues necesitando que cada domingo te digan qué hacer, a donde ir, y qué cantar, si no eres capaz de buscar comida por ti mismo, perdona que te diga, pero estás desnutrido, tienes dependencia de “ilustres personajes y eruditos bíblicos”, una dependencia insana que, de no cambiar, te puede llevar a la muerte.

Recuerda aquellas palabras acerca de los creyentes que debiendo ser maestros seguían siendo inmaduros, inexpertos (Hebreos 5:11-14) Fíjate especialmente con el verso 14, que dice: “El alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.”

¿Te identificas con eso? ¿Miras atrás y ves que han pasado los años pero tú no has mejorado, que no has crecido? Examínate, discierne. Si no tienes vida íntima, comunión y crecimiento bien apegado a Jesús, entonces estás tragando “comida basura” que te llena un domingo y te deja con hambre el resto de la semana… O incluso toda tu vida.

¿Y sabes el problema del que está desnutrido? Que por pura hambre come cualquier cosa, sea buena o mala; lo que se pueda tragar, se come. Si se reúne en algún centro cristiano donde se predica la Palabra de verdad, estupendo, pero si le están dando cizaña desde un púlpito, se la traga igual, porque tiene hambre, porque no ha crecido, porque no la distingue… El final, si no cambia sus hábitos alimenticios, es la muerte por envenenamiento. Y esta no es una crítica, es una voz de alerta: ¡Despierta de una vez! ¡Jesús es mucho más que todo eso!

Quizás pienses que no tienes por qué creerme, que solo quiero criticar, oponerme a lo establecido o traer dudas, pero eso mismo es lo que decían los fariseos acerca del propio Jesús. De modo que hoy me atrevo a ponerte en la disyuntiva: No pido que me des la razón, ni que me creas. Un profeta profetiza y avisa de lo que viene, de lo que puede pasar si se sigue un mal camino. Pero mi opinión no vale más que la tuya, yo no soy nada, solo alguien que busca la verdad en la Palabra de Dios, y te invito a que tú hagas lo mismo. No dejes que otros opinen por ti, decidan por ti, dispongan de ti… porque eso no le corresponde a hombre alguno. Estamos para edificarnos unos a otros, no para que se enseñoreen los pocos de los muchos.

Si lees la Biblia con una mente renovada en el Espíritu, verás que todo esto no lo digo yo, lo dice Él. Y si Él te revela estas cosas, entonces quizás tendrás que decidir lo que tantos y tantos cristianos que cambiaron la historia eligieron antes que nosotros: Servir a Dios antes que a los hombres. Esto no es una rebelión, es la reforma que llevará a la iglesia a la estatura y semejanza de Cristo, con testimonio y peso suficiente para que la gente pueda ver algo diferente en nosotros; las multitudes están cansadas de fariseísmo hipócrita y de estructuras jerárquica calcadas de la política mundanal. El mundo espera la manifestación de la verdadera iglesia, la que refleje a Cristo sin duda alguna. No te quedes mirando ¡Únete al cambio!

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