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Jerusalén, ciudad santa y venerada




El magnetismo de Jerusalén no ha disminuido con los años. La ciudad se extiende en dorado esplendor a través de las montañas de Judea, llegando hasta los cielos y acogiendo en sí una larga línea de peregrinos de todas las creencias y de todas las naciones que se dirigen a este lugar tan singular. El corazón santo es esta ciudad del espíritu y del alma, donde la voz de Dios puede ser escuchada susurrando en las antiguas piedras.
Siglo tras siglo Jerusalén ha sido el símbolo de la santidad y el foco del peregrinaje religioso. Muchas veces ha sido también testigo de muchos cambios y cataclismos históricos. La riqueza del pasado siempre está presente en la ciudad, que hoy en día es una capital activa en el moderno Estado de Israel.

La ciudad es mucho más que un nexo con la historia y espiritualidad. Es un crisol de culturas, costumbres y creencias, reflejando la unicidad del collage humano, un complejo fascinante y dinámico, tan misterioso como complejo, y un lugar donde el visitante está seguro de encontrar su énfasis de interés, no importando de donde viene o cual es su historial o su religión.
Hacia el siglo V se levantó en Jerusalén la primera basílica. Esta construcción, dedicada a "Santa María de la Probática" asociaba la curación del paralítico y el lugar tradicional del nacimiento de María. En el año 614 los persas causaron un gran destrozo en el templo.
Cuando los caballeros cruzados controlaron Jerusalén construyeron sobre los restos un templo de estilo románico dedicado a Santa Ana, la Madre de María. Levantaron igualmente una capilla dedicada al recuerdo del milagro de la curación del paralítico.
El Sultán Salah-el-Din transformó el templo dedicado a Santa Ana en una Escuela de Derecho Coránico. Abandonado durante la dominación turca, sin embargo siguió recibiendo peregrinos. Al concluir la Guerra de Crimea (1854-56) las autoridades otomanas entregaron a Francia el templo de Santa Ana, en reconocimiento a la ayuda prestada por las autoridades galas. En 1878 el santuario fue confiado a los Misioneros de África del cardenal Lavigerie, más conocidos como Padres Blancos, quienes durante varias décadas mantuvieron un Seminario para la formación de sacerdotes.
Siguiendo el camino que pasa delante de la Iglesia de Santa Ana, comienza la Vía Dolorosa, el camino último que hizo Jesús en Jerusalén antes de llegar al Calvario.
Fue a mediados del siglo XVI cuando esta ruta tomó el nombre por el cual se la conoce hoy en día. La ruta actual fue definitivamente señalada en el siglo XIX cuando se pudieron ubicar los sitios casi exactos de las estaciones 1, 4, 5 y 8. La ruta actual se trazó partiendo de la premisa de que el juicio a Jesús se llevó a cabo en la Fortaleza Antonia, la cual estaba localizada al norte del Templo.
A lo largo de un laberíntico camino se llega a la explanada frente al templo del Santo Sepulcro. Cabe destacar en este camino varios sitios.
El primero es el conocido como Monasterio de la Flagelación. Dentro de este cenobio se encuentran dos capillas. En una de ellas se recuerda el juicio contra Jesús por parte de Pilatos, la llamada Capilla del Juicio, la cual formaba parte del "Litóstroto".
Entonces Pilatos, oyendo esto, llevó fuera a Jesús, y se sentó en el tribunal en el lugar llamado el Enlosado, en hebreo Gabata, en la
cual se llevó a cabo el juicio contra Jesús. En la otra capilla se recuerda la coronación de espinas por parte de los soldados romanos. En este lugar se reunían la soldadesca para pasar el rato entre guardia y guardia. Aún se conservan en el suelo las marcas de sus juegos y las muescas hechas para que los caballos no resbalaran.
Siguiendo la Vía Dolorosa, entre vericuetos y tiendas a ambos lados de la calle, se llega a la Iglesia del Santo Sepulcro.
Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en torno al Santo Sepulcro muestran que el área del templo se encontraba fuera de la zona amurallada antes de Adriano. El templo cristiano más antiguo que hubo en la zona se construyó antes del año 66 de la era actual. En el año 135 el propio Adriano construyó un templo dedicado a Venus para que los cristianos se olviden del lugar. Bajo el reinado del emperador Constantino, en el año 326, se destruye el templo pagano y se unen las dos capillas que recordaban tanto el calvario como el sepulcro. El propio emperador le escribe al obispo Macario, obispo de Jerusalén, ordenando la "construcción de una basílica que sea superior a todas cuantas existen, y que, juntamente con el resto de la obra, supere a los monumentos más bellos de cualquier ciudad."
Este templo fue concluido el año 348. Se trata de dos templos, uno circular construido sobre el sepulcro y otro de planta basilical construido enfrente sobre el lugar de la crucifixión. La iglesia de Constantino, destruida por los persas en el 614 d. C., fue reconstruida dos años después por los griegos. Destrucción y conquista
Desde los días de Jesús, la ciudad fue conquistada once veces y destruida totalmente cinco. Mas sus ruinas siguen guardando los recuerdos del pasado, aunque, según opinión de los arqueólogos, la Jeru-salén bíblica descansa bajo una capa de cascotes de 20 m de altura. Por ello resulta tan problemático querer reencontrar, como viajero de hoy, la Jerusalén de hace 2000 años. En el año 70 d.C. ocurrió lo que Cristo había predicho: "Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que se cumpla el tiempo de las naciones."
Las legiones de Tito hicieron que la ciudad cayese pasto de las llamas. Al mismo tiempo se roturaron completamente sus alrededores en un radio de 18 km, convirtiéndolos con ello en un desierto calcáreo que aún subsiste hoy. Se derribó la triple muralla, se destruyó y se mancilló el templo de los judíos. Más tarde, los romanos destruyeron totalmente sus pobres restos, cuando los judíos intentaron desprenderse del yugo romano, bajo las órdenes de Bar Kojba (nombre transmitido hasta nosotros por medio de los "rollos del Mar Muerto").
Adriano fundó, sobre las ruinas, una nueva ciudad, Aelia Capitolina. Doscientos años más tarde llegó desde Bizancio la piadosa emperatriz Elena para buscar los lugares santos. Buscó y halló el Santo Sepulcro. Desde ese instante, Jerusalén se convirtió en juguete de la historia. En el año 614 fue destruida por los persas, en 637 conquistada por el califa Omar, en 1072 por los seleúcidas, en 1099 por los cruzados cristianos.
En el año 1187, el sultán Saladino volvió a arrebatar la ciudad a los caballeros francos, en 1617 asaltaron sus muros turcos osmanlíes. En 1917 entró en la ciudad el ejército inglés. Y por años, Jordania e Israel lucharon denodadamente por la posesión de la "Ciudad Santa". Desde 1948, la ciudad tan venerada es la capital del Estado de Israel.

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